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Drama

Atormentada. Alfred Hitchcock, 1949

Atormentada. Alfred Hitchcock, 1949

Australia, 1835. Charles Adare (Michael Wilding), sobrino del gobernador y recién llegado de Irlanda, es invitado a cenar en casa de un ex-presidiario que ha hecho fortuna, Sam Flusky (Joseph Cotten), quien a su vez está casado con una amiga de la infancia de Charles, Lady Harrietta (Ingrid Bergman). En esa cena, Charles descubrirá que se trata de un matrimonio infeliz por un terrible secreto.

 

"Atormentada" suele ser considerada una obra menor de Hitchcock. Ciertamente tiene algunos puntos débiles, por ejemplo un argumento que podría calificarse de folletinesco y que en ocasiones se desarrolla con demasiada lentitud, pero que sin embargo consigue mantener el interés hasta el final.

 

En "Atormentada" podemos ver algunos recursos bien conocidos del cine de Hitchcock (envueltos en esta ocasión en una fotografía preciosista): la pugna psicológica entre la débil señora y la sirvienta celosa, la casa hermosa y misteriosa, el secreto inconfesable… en ese sentido podría recordar a la magnífica "Rebeca", filmada pocos años antes por el propio Hitchcock, aunque, todo hay que decirlo, en esta comparación "Atormentada" no sale del todo beneficiada.

La ventana indiscreta. Alfred Hitchcock, 1954

La ventana indiscreta. Alfred Hitchcock, 1954

Un reportero fotográfico (James Stewart), confinado temporalmente a una silla de ruedas, procura escapar al tedio de su convalecencia contemplando desde la ventana de su apartamento fragmentos de vida de sus vecinos, a veces acompañado por su novia (Grace Kelly) y su enfermera (Thelma Ritter). Pero debido a una serie de pequeñas acciones, comienza a sospechar de un vecino ante la súbita desaparición de la mujer de éste...

 

Basado en un relato corto de Cornell Woolrich adaptado por John Michael Hayes para la gran pantalla, la película es un drama con componentes de thriller, de romance y de humor. Está contado desde el punto de vista de Jeff, salvo en momentos culminantes. El espectador tiene toda la información de Jeff y alguna más (lo que ocurre mientras él duerme). El recurso del "voyeur" brinda la oportunidad de plantear una reflexión sobre el derecho a la intimidad y sus límites, la solidaridad de las personas, los problemas de pareja, la soledad, etc.

 

Incluso con sus fallos de guión y sus errores de raccord (casi “tradicionales” en las películas de Hitchcock) “La ventana indiscreta” es un clásico, una película que demuestra que con una trama simple, un buen reparto y algo de talento en la dirección, puede obtenerse un buen film, reflejo de la curioriosidad y las debilidades humanas.

 

Cierto que en ocasiones se hace pesada y monótona (hubiera resultado interesante dedicar más atención a las otras pequeñas historias del vecindario), pero el resultado global te deja con buen sabor de boca.

American Beauty. Sam Mendes, 1999

American Beauty. Sam Mendes, 1999

Lester Burnham (Kevin Spacey), un cuarentón en crisis, cansado de su trabajo y de su matrimonio, despierta de su letargo cuando conoce a una amiga de su hija, a la que intentará impresionar a toda costa.


Pero la película es mucho más, es una irónica y mordaz reflexión sobre los sueños y aspiraciones de la clase media americana, una crítica ácida al “sueño americano”. Todo en esta película es perfectamente imperfecto. Y precisamente ahí radica su novedad y su frescura. Esta película resume algo que en las vidas de hoy en día es más que una realidad en la vida de muchas familias: la hipocresía de las relaciones entre sus miembros.


El guión de Alan Ball nos impacta desde el comienzo con la voz en off del protagonista (“Tengo 42 años. En menos de un año estaré muerto. Por supuesto, yo todavía no lo sé, pero en cierto modo yo ya estoy muerto”). Luego, la secuencia de presentación del barrio y de la casa: American Beauty transforma al espectador en un voayeur, al tiempo que nos lleva a formar parte de la familia.

 

Unas actuaciones brillantes; un guión único, lleno de simbologías, que funciona perfectamente tanto como comedia o como drama; una buena banda sonora, y unas cuantas escenas que ya son parte de la iconografía del cine actual.

 

Pero American Beauty también presenta un mensaje de oportunidad, de cambio, de volver a empezar desde cero.  En ese sentido, el final me recuerda un poco al de Manhattan, de Woody Allen: al final Woody cita cosas y personas para que la vida valga la pena. Y aquí, Lester también cita cosas hermosas, para que veamos que la vida es maravillosa si se sabe vivir bien.


“Hay tanta belleza en el mundo, no hay razón para tener miedo de nada…”

Grand Prix. John Frankenheimer, 1966

Grand Prix. John Frankenheimer, 1966

Hoy tenemos una película sorpresa en el blog... ;-)

 

Pete Aron, piloto de Fórmula 1, es expulsado de su equipo (Jordan-BRM) después de provocar un accidente en Mónaco en el que resulta herido su compañero, el británico Scott Stoddard. Mientras éste lucha por recuperarse, Aron empieza a competir con la escudería japonesa Yamura en un apretado final de temporada.

 

La película es en realidad un buen documental de Fórmula 1. Más de la mitad de esta larga película son imágenes de carreras, lo cual, por otra parte, es lo mejor que puede suceder porque la excusa argumental (un par de relaciones sentimentales con infidelidades incluidas y final agridulce) es más bien aburrida y superficial, y con muy poca tensión en los diálogos.

 

Todas las imágenes de las carreras son muy buenas y están bien rodadas, con cámaras situadas en diferentes puntos (por supuesto, también sobre los propios coches), hábil manejo del plano-contraplano, ralentizaciones, buen uso del sonido y la música, además de la división de la pantalla en varias zonas (recurso muy llamativo pero que no era nuevo: ya lo había utilizado, y de forma más inteligente, Abel Gance al rodar su “Napoleón” en 1920).  

 

La película da detalles precisos de cómo era la F1 en aquel momento, enseña los detalles de la conducción, ya que participaron pilotos profesionales (Fangio, Hill,...), muestra los entresijos de este “espéctaculo”, la tensión empresarial, etc. Además, hace un recorrido por los circuitos más famosos: Nurbürgring, Clermont-Ferran, Monza y, por supuesto, Mónaco.


Ganadora de 3 Oscar (montaje, sonido, efectos de sonido), Grand Prix es una de las pocas películas referentes al mundo del automovilismo F1 y profundiza más en el mundo de la alta competición que el también famoso filme sobre Le Mans. En fin, obligada para aficionados a la gasolina, que podrán comprobar los grandes avances a los que se ha llegado en esta disciplina.

Lugares comunes. Adolfo Aristarain, 2002

Lugares comunes. Adolfo Aristarain, 2002

Fernando Robles (Federico Luppi) es porteño, ya ha cumplido los 60 y es profesor de pedagogía en la universidad. Enseña a enseñar. Lleva toda la vida casado con Liliana Rovira (Mercedes Sampietro), española, hija de catalanes, que trabaja como asistente social en barrios marginales de Buenos Aires. Se quieren, se respetan, son leales. Nunca se aburren estando juntos, les gusta estar solos. Se conocen profundamente, se aceptan, se pelean sin odio, se divierten. Son amantes, socios, amigos, cómplices. Ninguno de ellos concibe la vida sin el otro. Tienen un hijo, Pedro (Carlos Santamaría), casado y con dos hijos, que tiene un buen trabajo en Madrid, donde vive en una urbanización de clase media acomodada. Pero el mundo plácido y reflexivo de Fernando se ve profundamente alterado cuando recibe sin previo aviso la comunicación oficial en la que le informan de su jubilación forzosa, un hecho que va a cambiarle la vida... 

Todos conocemos el famoso tópico acerca de que los argentinos hablan de cualquier cosa con tal de no estar callados. Esta es una película argentina, y sus actores hablan mucho. Pero todo lo que dicen es importante, es el sostén de este drama tan tierno como cercano. La belleza de esta película está precisamente en que lo que nos cuenta resulta reconocible: "Lugares comunes" es una película en la que todos los personajes buscan su lugar en el mundo, en un barniz pesimista pero al mismo tiempo esperanzador. 

El cine de Adolfo Aristarain es un cine de preguntas complejas, preguntas que casi nunca reciben respuesta, pero que ayudan a reflexionar sobre la fragilidad de la existencia y los ideales que la sustentan. Aristarain consigue un relato austero, sencillo, un canto sincero y emotivo a las ansias de vivir con dignidad.

Una árida estación blanca. Euzhan Palcy, 1987

Una árida estación blanca. Euzhan Palcy, 1987

Sudáfrica, años setenta. El prestigioso profesor Ben du Toit ha vivido toda su vida aislado de los horrores e injusticias del apartheid y la discriminación racial de su país natal. Nunca se ha querido inmiscuir. Cuando el hijo de su jardinero es arrestado y golpeado por protestar en Soweto, Ben se limita a pensar que la policía tiene sus razones. Tras una segunda detención, el chico desaparece. Ben promete ayuda al preocupado padre, pero la verdad que descubre no le gustará.

El apartheid fue una política de segregación racial practicada en la República de Sudáfrica. El término apartheid significa “separación” y describe la rígida división racial entre la minoría blanca gobernante y la mayoría negra. En Junio de 1976, la policía provocó varias muertes entre estudiantes negros que se manifestaban pacíficamente. Además del incidente, sus peticiones fueron ignoradas por el gobierno, por lo que las protestas desencadenaron reivindicaciones aún más serias y Soweto fue objeto de disturbios, incendios y muertes que más tarde se extendieron a otras partes de la población. En Septiembre de 1977 Stephen Biko, fundador del movimiento “Conciencia Negra”, murió por haber sido objeto de malos tratos por parte de la policía. 

Una árida estación blanca es una película valiente y necesaria. Pero esta no fue la primera película dedicada a revisar el sinsentido del apartheid; en la década de los 80 se realizaron Grita libertad de  Richard Attenborough (ya comentada en este blog), Un mundo aparte (Chris Menges) y La fuerza de uno (John G. Avildsen), esta última muy interesante al tratar el tema de la doble discriminación, hacia los negros y entre los propios blancos, distinguiendo a los afrikaners (descendientes de holandeses, franceses y alemanes) y los ingleses.  

La acción de Una árida estación blanca en concreto se sitúa en 1976, fecha de la manifestación de estudiantes de raza negra, en la que supuestamente toma parte el chico al que alude la película. Este es el hecho histórico del que parte la novela de André Brink, base del guión, que narra la evolución del protagonista blanco y su proceso de solidaridad y compromiso desde unas posturas iniciales de neutralidad e indiferencia hasta su implicación en los problemas y reivindicaciones de la población de color. Es decir, la historia gira en torno a un único tema: la toma de conciencia de la injusta estratificación social en Sudáfrica. 

Es una película visualmente estructurada en base al plano – contraplano. El recurso actúa así como metáfora del enfrentamiento entre los dos mundos. Así, por ejemplo, en la escena de la manifestación, confrontando la imagen de los estudiantes con la de los policías armados. O de los testigos y el abogado durante el juicio. También tienen gran importancia los primeros planos, para observar cómo se reflejan los acontecimientos en el rostro de du Toit (confusión, incredulidad, impotencia, determinación, tristeza). Y los planos de detalle: las firmas de los testigos, el escondite de estas declaraciones, la portada de los periódicos, la llave del coche del policía en la escena final.  

El de Donald Sutherland es, sin duda, el personaje más interesante y más rico en matices. No en vano, es el que presenta la evolución psicológica más completa. El hijo de este personaje también es interesante porque representa la esperanza. Se ha criado con jugando con niños de color y, por tanto, esa amistad era algo natural para él. Encuentra absurdo la diferenciación y se enorgullece que su padre la combata. En cuanto al resto de los personajes, si bien todas las actuaciones son más que correctas, presentan unos perfiles más claros, más estereotipados. Los demás familiares del profesor du Toit son claramente partidarios del apartheid. Susan Sarandon, por su parte, interpreta a una periodista que aún tiene ganas de luchar pero que ya ha perdido la capacidad de sorprenderse. Y Marlon Brandon, soberbio, es un abogado de buen corazón demasiado cansado y decepcionado del sistema y la justicia. 

La moraleja que se desprende de esta película es que el color de la piel es algo circunstancial, y se puede convivir en igualdad de condiciones y en paz, tal como hacían los dos niños al principio de la película, jugando en el jardín mientras los créditos se sobre imponían en la pantalla.

En el nombre del padre. Jim Seridan, 1993

En el nombre del padre. Jim Seridan, 1993

En los violentos días en que la banda terrorista IRA sembraba de bombas el centro de Londres, un joven irlandés (Gerry Conlon) estaba en el peor lugar en el momento equivocado. Condenado injustamente -junto a varios amigos y miembros de su familia- a cadena perpetua, su caso supuso el mayor error en la historia de la justicia británica.  

Competidora de "La lista de Schindler" en los premios Oscar de ese año, "En el nombre del padre" es una película-denuncia de enorme éxito y excelente nivel artístico. Un guión magistral bien dosificado, gran banda sonora y magníficas interpretaciones (Daniel Day-Lewis y Peter Postlethwaite, que llevan el peso de la película con brillantez) para una obra clave del cine británico moderno, que entretiene y sobrecoge a partes iguales. 

Pero la película, basada en el libro “Proved Inocent” que escribió el verdadero Gerry Conlon, es algo más que un relato crítico hacía el sistema judicial, pues también es una historia de superación y perdón, una historia donde el joven Conlon recupera a su padre gracias a las experiencias vividas dentro de la penitenciaría. 

En definitiva, un ejemplo de como realizar cine comprometido y sentido sin pecar de sensiblería fácil ni estereotipos, una brillante cinta de Jim Sheridan, colaborando un vez mas con el galardonado Daniel Day-Lewis, cuatro años después del también excelente drama “My Left Foot” (1989). La pareja se reuniría por tercera vez unos años mas tarde en “The Boxer“ (1997).

En otro orden de cosas: hay novedades sobre los proyectos profesionales de Tim Burton. Echadle un vistazo a los comentarios en el reciente post de "La novia cadáver", porque he añadido ahí toda la información...

Sed de mal. Orson Welles, 1958

Sed de mal. Orson Welles, 1958

Vargas (Charlton Heston), un agente de la policía de narcóticos inquebrantable en su honradez llega a la frontera de EEUU y México con su nueva esposa (Janet Leigh) justo cuando explota una bomba. El policía decide emprender la investigación con el apoyo del jefe local, el obeso Quinlan (Orson Welles), temido en la región por sus peculiares métodos. Entre ambos, se desata una lucha feroz alrededor de una red de poder y corrupción. 

En principio la participación de Orson Welles iba a limitarse a interpretar a Hank Quinlan, pantagruélico policía que camina pesadamente entre el filo de lo legal e ilegal para lograr sus propósitos; pero Charlton Heston, en la cima de su carrera, exigió que Welles se hiciera cargo también de la dirección. Para realizar esta película, que para muchos pone punto y final al cine negro americano, el gran Orson Welles cogió una novela sin pretensiones y la convirtió en una obra maestra. 

La actuación de Welles es estremecedora, llena de una hondura psicológica que logra acercar al espectador a ese monstruo que es Quinlan. Marlene Dietrich, (interpretando a la gitana Tanya) cierra esta historia con una frase que resume toda la película: “un buen hombre, un mal policía”. 

La primera secuencia ha pasado a la historia del cine. Un plano secuencia de casi tres minutos que es un alarde del dominio de la técnica y puesta en escena (con la cámara situada en grúas que van siguiendo el coche con la bomba) orquestado por la música de Henry Manzini. La película es un ejercicio alucinógeno, con una atmósfera pesada en la que abundan los grandes angulares y los planos picados y contrapicados (especialmente para contemplar la oronda figura de Quinland desde abajo, acentuando su prepotencia). Incluso encontramos ecos del expresionismo alemán en la cuidada fotografía de Russel Metty, a través del juego constante de luces y sombras que acentúa el clima de tensión.

Casablanca. Michael Curtiz, 1942

Casablanca. Michael Curtiz, 1942

Casablanca, II Guerra Mundial. Para los europeos que querían huir de la guerra resultaba fácil llegar a esta ciudad, pero abandonarla ya era más difícil, especialmente si tu nombre aparecía en la lista de perseguidos por los nazis. Uno de estos perseguidos es el líder checo y héroe de la resistencia Victor Laszlo, cuya única esperanza de escapar es Rick Blaine, el propietario del 'Rick’s Café', un hombre que no arriesga su vida por nadie... excepto por Ilsa, ahora esposa de Laszlo. Cuando Ilsa se ofrece a cambio de un visado que consiga sacar a Laszlo del país, Rick deberá elegir entre su propia felicidad o el idealismo y las numerosas vidas que podrían salvarse.  

Aunque no es la mejor película de todos los tiempos, Casablanca si es un icono de la historia del cine merced a un guión sembrado de diálogos insuperables, envuelto en una dirección y una puesta en escena magníficas, una película que destila calidad en todos los aspectos: la música es de Max Steiner y la fotografía de Arthur Edeson. Y por supuesto, unas interpretaciones soberbias: Bogart y Bergman en el estrellato; Reins, Henreid, Veidt... encabezando un elenco de secundarios al cual más solvente en la pantalla. 

Humphrey Bogart e Ingrid Bergman encarnan a unos antiguos amantes que vuelven a unirse brevemente en el caos de la guerra. Bogart es aquí el héroe romántico por excelencia, pero también es el hombre atormentado perseguido por el fantasma de una mujer real (que ya no es suya, que nunca lo fue) y un encuentro inevitable. Con un guión realizado sobre la marcha, mil avatares antes, durante y después de la producción, y un elenco de actores tan desconcertados como en estado de gracia, Michael Curtiz elabora una obra de arte sin que nadie acierte a explicar cómo. “¿Pero de quién estoy yo enamorada?”, llegó a preguntar Ingrid Bergman al director poco antes del final del rodaje. “Aún no lo sé”-contestó Curtiz- “Tú mientras tanto actúa”. Tal vez por esto la ambigüedad por momentos de Elsa era simplemente auténtica. El final, ambiguo, provisional y más abierto de lo que parece a primera vista, deja las cosas entre interrogantes, con un toque insuperable de emoción contenida.

El film se basa en la obra teatral "Everybody Comes To Rick's", no publicada y no representada, de Murray Burnett y Joan Alison. Nominada a 8 Oscar, Casablanca ganó 3 (película, director y guión adaptado).

El viento que agita la cebada. Ken Loach, 2006

El viento que agita la cebada. Ken Loach, 2006

Irlanda, 1920. Los hermanos Damien (Cillian Murphy), que abandona su prometedora carrera de médico, y Teddy (Liam Cunningham), se alistan a la guerrilla creada para luchar contra las tropas británicas que habían sido enviadas para sofocar las aspiraciones independentistas. 

Desde el punto de vista cinematográfico, la película derrocha calidad y capacidad técnica (fotografía, vestuario, banda sonora...). El título del filme rinde tributo a una vieja canción popular irlandesa de igual nombre y que una anciana canta en una de las escenas.  Cimentada en un sólido guión y una impecable dirección saltan los problemas habituales del cine más maniqueo al establecer un único punto de vista en la narración.


El izquierdismo radical de Ken Loach (británico, por cierto, aunque aquí no deja bien librados a sus compatriotas) se ha desbordado en esta película. La represión británica contra los irlandeses es en efecto denunciable, pero legitimar la venganza armada y por ende el IRA es como poco discutible. Peripecia bien narrada, verosímil y a ratos emotiva, aunque Loach dulcifique en exceso los personajes irlandeses, mientras caricaturiza y demoniza sin piedad a los británicos de su filme.

El protagonista es un defensor a ultranza de la causa republicana irlandesa, del independentismo, al que Loach le otorga tintes hagiográficos, cuando en realidad es un criminal, pues si bien el fin que persigue es lícito, no lo son ni mucho menos sus medios. En efecto el protagonista lucha por sus ideales, pero sobrepasando los límites de lo moralmente aceptable.


En el segundo tramo de la película, Loach se ocupa de las luchas internas dentro del ejército republicano irlandés, tras alcanzar un acuerdo con la Corona Británica, tomando partido por supuesto, por el bando más radical. El cineasta se escuda en que la rebelión sólo interesaba a los independentistas de clases medias por razones económicas, y logrado un pacto beneficioso en este sentido, este sector abandona la lucha por una integridad social, y una independencia absoluta con respecto al Rey, traicionando las esperanzas de las clases bajas a las que utilizaron los burgueses -como siempre a lo largo de la historia- para mejorar su posición. Esto es lo más interesante en el filme de Loach, y lo más aceptable desde el punto de vista ideológico, y además le sirve para desarrollar una historia con ecos bíblicos -el mito de Caín y Abel, metáfora a su vez de la guerra civil- que culmina en un duro y trágico desenlace que simboliza la muerte de los ideales.

Ken Loach lleva haciendo cine desde 1967 (incluyendo títulos como “Tierra y libertad”, “Pan y rosas”, “Felices dieciséis” o “Solo un beso”), por lo que ya no tiene que rendir cuentas con nadie, ni le importa que se pueda advertir esa subjetividad. También es cierto que es difícil encontrar películas en las que el director o el guionista no den su propio punto de vista. Y es que la imparcialidad casi no existe.

Muchos dicen que la Palma de Oro que Ken Loach obtuvo en Cannes por este film fue en realidad un premio a todo el conjunto de su prolífica filmografía.  La película no deja indiferentes a nadie, y es que la crítica está servida. Loach nos da su punto de vista, pero nosotros, como espectadores inteligentes tenemos el poder de estar o no de acuerdo. En definitiva, una película bien hecha que no deja indiferente y que, si se conoce la historia bien, seguramente aporte más juego.

Ah! y por último un aviso: en el post de la semana de la semana que viene, estrenaremos una de las nuevas secciones anunciadas para esta temporada... hasta entonces, nos leemos en los foros!

Cazador blanco, corazón negro. Clint Eastwood, 1990

Cazador blanco, corazón negro. Clint Eastwood, 1990

Magnífica historia que recrea los avatares que precedieron al rodaje de la mítica película "La reina de África": John Huston, su director, viajó a África con el pretexto de localizar los exteriores pero una vez allí, y para desesperación de los productores, su único y verdadero interés estaba en lograr cazar un elefante 

El punto fuerte de la película es su brillante guión, que mezcla de forma inteligente drama y aventura, aderezado con sutiles y oportunos momentos de humor, de forma que la narración, a pesar de su sobriedad, nunca se hace monótona. Pero destaca, como no podía ser de otra forma en las películas de Eastwood, el profundo tratamiento de los personajes y la ambientación, mimada al detalle, tanto en la tranquilidad de la campiña inglesa como en la exhuberancia del paisaje africano.  

Para los que acaban de descubrir a Clint Eastwood como uno de los grandes directores de todos los tiempos gracias a sus títulos más recientes, como Million dollar baby, Mistyc river o Iwo Jima, el siguiente paso es descubrir que ese Clint ya existía muchos años antes con películas como esta.

El punto sobre la i (Dot the i). Matthew Parkhill, 2003

El punto sobre la i (Dot the i). Matthew Parkhill, 2003

En su despedida de soltera, y siguiendo una divertida tradición francesa, Carmen besa a un atractivo extraño. Comienza así lo que en un principio parece ser una historia de amor a dos bandas pero que acaba convirtiéndose en un entramado maquiavélico.

El cine dentro del cine. Después de un comienzo algo titubeante, la trama consigue enganchar al espectador, que no sabrá hasta el final si se encuentra ante una película romántica, una comedia, un drama o un sutil thriller. Los actores principales (Natalia Verbeke, Gael García Bernal y James D’Arcy) hacen una buena actuación, con una enorme facilidad para traslucir con realismo los más variados sentimientos. Pero lo más importante es la reflexión que se extrae de la película acerca de los límites, a veces imprecisos, entre la realidad y el arte. 

Sin embargo, en mi opinión a este filme le sobra metraje; en concreto, sus últimos 15 minutos. En el momento que los personajes descubren su juego, se debería dejar a la imaginación del espectador la evolución de los acontecimientos. El epílogo, si bien está correctamente construido, evita esa posibilidad y resta atractivo a la historia.

Los 400 golpes. Francois Truffaut, 1959

Los 400 golpes. Francois Truffaut, 1959

Antoine Doinel, un chico de 12 años, vive con su madre y su padrastro. Absorbidos por unos problemas conyugales que tampoco se atreven a afrontar, se desentienden demasiado a menudo de Antoine. Él tampoco encuentra refugio en la escuela. Por temor a su maestro, ya que no ha cumplido un castigo que éste le había impuesto, decide hacer novillos junto a su amigo René. Inesperadamente, ve a su madre en compañía de otro hombre; la culpa y el miedo le llevan a una sucesión de mentiras y riñas. Tras un pequeño robo, será internado en un reformatorio, del que se escapará para ver el mar. 

Los 400 golpes es la película que, podría decirse así, inauguró la Nouvelle Vague, movimiento del cual Truffaut iba a ser su más destacado exponente. Esta corriente artística defendía una mayor facilidad para que los jóvenes pudiesen acceder a la realización, la producción a bajo coste, libertad expresiva y posibilidades de experimentación, la utilización de una temática cercana al hombre común, el decorado natural y la anécdota cotidiana.  

Los 400 golpes es una película que empieza con los títulos de créditos sobreimpresos sobre las imágenes que nos muestran un largo travelling a través de las calles de París... y termina con otro largo travelling acompañando al protagonista en su huida hacia el mar. 

Quizás lo más importante en la película es la pesimista visión que da sobre la institución familiar, un ente desestructurado en el que la figura materna es la que sale peor parada. Y esto no tiene nada de extraño, puesto que Truffaut pasó su infancia alejado de una madre que nunca se ocupó realmente de él y de un padre adoptivo que trató de educarlo aun al riesgo de alejarlo más de su lado.  

Y es que la madre del Antoine cinematográfico es una mujer que no ha asumido su responsabilidad maternal, dejando bien patente con su actitud distante y despreocupada que no está dispuesta a sacrificar su individualidad por esa dependencia afectiva que todo hijo demanda. Antoine  quiere a su madre, pero ese cariño no correspondido le llena de amargura y resentimiento hacia ella. El descubrimiento de su infidelidad reforzará aún más esa aversión. Esta complicada situación sentimental se materializará en la mentira que da Antoine para excusar la ausencia del día anterior ante su profesor: le dice que su madre había muerto. Esta mentira encierra una verdad sobrecogedora: Antoine siente que su madre ha muerto para él. Su madre no le quiere. Antoine está sólo. 

Tampoco las instituciones educativas (o más bien las personas responsables de ellas) son la solución. La tensión en la escuela es palpable. A los chicos no se les da ninguna oportunidad de expresarse, de ser ellos mismos.  

Pero Los 400 golpes es mucho más que la historia del joven Antoine. Es también una alegoría sobre el proceso de endurecimiento y soledad de un adolescente sin modelos dignos de imitar, sobre el paso del tiempo, sobre la nostalgia, sobre el sentido del castigo, sobre el aprendizaje, sobre la inocencia y, por encima de todo, sobre la búsqueda de la libertad y la Belleza.  

La película finaliza con la imagen fija de Antoine mirando hacia el futuro, hacia el espectador, hacia el objetivo de la cámara, en un final abierto que interroga sobre su futura integración social o su rebeldía definitiva.

El fantasma y la señora Muir. Joseph Mankiewicz, 1947

El fantasma y la señora Muir. Joseph Mankiewicz, 1947

Lucy Muir (Gene Tierney) es una joven viuda que decide irse a vivir, con su hija pequeña (Natalie Wood) y su asistenta, a una solitaria casa en un pequeño pueblo costero. La casa había pertenecido al capitán Gregg (Rex Harrison), cuyo irascible fantasma se dedica a ahuyentar a los posibles nuevos inquilinos. Pero Lucy decide quedarse.   

El fantasma y la señora Muir no es, pese a lo que pueda parecer, una historia de terror, sino de romances sobrenaturales. Lucy deberá elegir entre el amor físico de Miles (un encantador casanova) y el amor intangible y espiritual del capitán Daniel Gregg. Pero también es una historia sobre la soledad y el paso del tiempo. 

Tercer largometraje de Mankiewicz, basado en la novela homónima de R.A. Dick (pseudónimo de Josephine Aimée Leslie) que obtuvo muy buenas críticas que ensalzaron, sobre todo, la bella fotografía de Lang -nominada al Oscar-, las excelentes actuaciones de todo el reparto y la banda sonora de Bernard Herrmann 

La escena en la que el Capitán Gregg habla con la Sra. Muir mientras ella duerme, posee una belleza fascinante, sólo superada por la escena final.

American History X. Tony Kaye, 1998.

American History X. Tony Kaye, 1998.

Derek Vinyard era un joven neonazi que, tras el asesinado de dos jóvenes de raza negra, debe cumplir condena. Durante los años de prisión, su banda y, sobre todo, su hermano pequeño Danny, han estado esperándole con impaciencia. Pero la cárcel ha cambiado a Derek; ahora comprende sus errores y tiene que cambiar a la gente a la que ama y que se ha perdido en el odio. Ante esta nueva situación Danny, que idealizaba a su hermano y lo que este representaba, se encuentra confuso y Derek intenta hacerle ver que el nazismo, el odio y la violencia racial son actitudes equivocadas. 

American History X parece tener tres objetivos principales. En primer lugar permite comprender el fenómeno del neonazismo, tanto las raíces históricas del movimiento como su forma actual en nuestra sociedad. 

Pero además de esto, también podemos entender de qué manera la mentalidad individual puede llegar a estar condicionada por el orden social y familiar en qué se inscriben. A este respecto es reveladora el siguiente comentario de David McKenna, guionista de la película: "Quería escribir alguna cosa respecto a los mercaderes del odio. Lo que intenté destacar en el guión es que las personas no nacen racistas. Este sentimiento se adquiere a través del entorno y de las personas que nos rodean. Lo que me intrigó es porqué la gente odia y cómo podemos cambiar tanto". 

Por último, esta película también permite comprender el proceso de degradación moral a qué nos somete el discurso ideológico del odio y del racismo. 

En cuanto a los recursos narrativos, American History X nos presenta dos historias que se explican mutuamente. Una de ellas pertenece al pasado, la otra al presente, y las dos están física y metafóricamente separadas por el muro de la prisión en la que estuvo Derek. Hasta entonces, todo, en la vida de Derek, había pasado por el filtro del nazismo. En prisión, Derek aprendió a rechazar todo aquello que le condujo a cometer el crimen: el odio racial, como explicación de los conflictos, y la violencia, como método para solucionarlos.

Uno de los aciertos de la película consiste en partir de la supuesta propuesta de redacción escolar que Sweeney, el profesor de literatura, hace a Danny, ofreciendo así una solución basada en la reflexión y la libre expresión. De hecho, ciertas partes de la película se explican con la voz en off de Danny, como si estuviese delante del ordenador redactando su trabajo; este recurso además sirve para enlazar el presente con ciertas secuencias de flashback.  

La película está llena de detalles significativos, por ejemplo el hecho de que el punto de inflexión en la actitud de Derek venga dado precisamente por su relación con dos hombres de color (su viejo profesor de literatura y su compañero de la lavandería de la cárcel);  otro gran acierto ha sido el utilizar el color para las escenas encuadradas en el presente, y el blanco/negro para los continuos flashbacks (este recurso estético tiene su explicación en que Tony Kaye, el director, de la película, es también fotógrafo); otro aspecto destacable es la ralentización de las imágenes en ciertas secuencias.  

Finalmente, se debe destacar el tremendo trabajo de Edward Norton, en una de sus mejores interpretaciones. Norton, transformación física aparte (aumentó 15 kilos su masa muscular y se rapó el pelo para dar mayor verosimilitud al aspecto físico de su personaje), aporta con su mirada el odio necesario (al principio) y una justa serenidad (más adelante). Además el protagonista no es un descerebrado, sino alguien capaz de justificar sus creencias, y capaz de sentirlas tambalear luego. American history X es una contundente crítica al absurdo de la xenofobia, narrada con un admirable estilo. Pero también revela, en un final tremendamente duro, que no es tan fácil aparcar el pasado y, sobre todo, la importancia que tiene la educación para intentar solucionar este problema. 

Enlazando con esta idea, me gustaría terminar este comentario con una frase que Danny, casi al final de la película, dirige al profesor Sweeney: “Son las 5’40 de la mañana y dentro de un minuto voy a ver salir el sol. Cuando creía que sólo había oscuridad, todo vuelve a empezar. No sé si este trabajo es lo que usted quería, pero muchas gracias”.

Eva al desnudo. Mankiewicz, 1950

Eva al desnudo. Mankiewicz, 1950

Una joven aspirante a actriz se las ingenia para introducirse en un grupo de actores de teatro. La ambición y los celos la consumen hasta el punto de traicionar a sus compañeros en su escalada hacia el éxito. Eva halaga, atrae, seduce... y pisotea a todo el que se cruza en su camino. Sólo un inteligente crítico teatral adivina lo que se esconde tras su dulce apariencia, sólo él es capaz de ver a "Eva al Desnudo". 

Basada en la novela "The Wisdom of Eve" de Mary Orr, es una de las mejores películas que se han rodado sobre el mundo del teatro y sus entresijos. 

Eva al desnudo está narrada desde el punto de vista de dos mujeres enfrentadas: Margo Channig (Bette Davis), la reina del teatro que ve como se le escapa su juventud y lucha por entrar con dignidad en la madurez, y Eva (Anne Baxter) quien irá gradualmente desnudando su alma para mostrarnos, mediante la voz en off del crítico De Witts (magnífico George Sanders), su verdadera naturaleza.

Pero más que la jugosa rivalidad que llega a existir entre Margo y Eva, Eva al Desnudo es una película sobre los recursos de las mujeres para conseguir sus fines. Tanto Margo como Eva son conscientes de su crueldad pero se autojustifican con el duro y exigente trato que les dispensa un mundo dominado por hombres. 

Con una brillante estructura narrativa Manckiewicz nos cuenta una historia sobre lo que son las falsas apariencias, la ambición, los celos, el odio, la competencia, la vanidad del artista en ciernes, la petulancia del crítico cinematográfico, la soberbia... 

Los recursos son empleados con un gran dominio y eficacia (el flasback, por ejemplo). Es una película ácida y crítica, pero divertida y entretenida también. La puesta en escena, la fotografía son prodigiosos. Magistrales interpretaciones de todo el reparto, especialmente Bette Davis. Y sobre todo, un guión de hierro con diálogos cínicos, irónicos, atrevidos y, en fin, brillantes.

Salvaje!. Laslo Benedeck, 1953

Salvaje!. Laslo Benedeck, 1953

Esta película, de poco más de una hora de duración, supuso el nacimiento de un nuevo icono cinematográfico: Marlon Brando, de cuero negro y gorra de medio lado, es el cabecilla de una banda de motoristas pendencieros que llega a un pueblo del medio oeste americano. 

La película, basada en un hecho real acaecido en 1947 en la localidad de Hollister (California) fue uno de los primerísimos trabajos de Marlon Brando, quien utilizó su propia moto Triumph para dar vida al personaje de Johnny, un rebelde inconformista aunque de buen corazón. Con él, Brando introdujo un nuevo estilo de actor, formado al estilo del prestigioso Actor´s studio, de aspecto duro, pero dotado de una gran versatilidad y de gran carácter interpretativo. 

Rebelde es una historia de amor y tragedia, sin grandes pretensiones pero aceptable, en la que el gran Brando comparte guión con un también principiante Lee Marvin.

El tercer hombre. Carol Reed, 1949

El tercer hombre. Carol Reed, 1949

Holly Martins, un mediocre escritor estadounidense, llega a la Viena de postguerra, atraído por la promesa de un buen trabajo que le ha hecho su amigo de la infancia Harry Lime. Pero su llegada coincide con el entierro de Harry. Martins ve demasiados puntos negros en esa muerte y empieza a investigar, aunque hay quienes no desean que la verdad salga a la luz. 

Pese a que Carol Reed sea el nombre que aparece como responsable de la obra, hay mucho de Orson Welles en ella; éste siempre negó haber participado en la elaboración de las escenas, pero es evidente la enorme influencia que ejerció sobre el director, aunque fuera de forma inconsciente. Es algo que se aprecia en su opresiva atmósfera, la impresionante fotografía expresionista de R. Krasker, los encuadres desequilibrados, los dramáticos movimientos de cámara, el sensacional y ágil montaje... 

Carol Reed y Orson Welles fueron los puntales visibles, pero ¿quién fue el tercer hombre en esta historia? Pues ni más ni menos que Graham Greene. El gran escritor ingles le regaló a Reed un breve relato para que lo llevase directamente a la pantalla, y salvo el final, la adaptación fue trasladada casi palabra por palabra.  

Con un espléndido reparto en estado de gracia, la película es una fascinante galería de personajes que intentan sobrevivir en un sórdido mundo que transita entre el bien y el mal, lo moral y lo inmoral. El tercer hombre se erige como uno de los más lúcidos estudios sobre el egoísmo, el cinismo y la maldad del ser humano en épocas de crisis, y plantea el terrible dilema moral de tener que escoger entre la fidelidad y lo éticamente correcto.

El resto del conjunto lo componen un enorme trabajo de puesta en escena y la inmortal cítara de A. Karas. 

Elegida en 1999 como la mejor aportación británica a la historia del cine, la película incluye ciertos momentos que son pequeñas obras de arte en si mismas, como la persecución de Lime en las alcantarillas (con ese impagable gesto final de asentimiento), o la escena final de un paisaje infinito bañado en una estampa de árboles caducos.

Grita libertad. Richard Attenborough, 1987

Grita libertad. Richard Attenborough, 1987

La historia de amistad incondicional entre un periodista blanco y el activista y carismático líder del movimiento negro Steve Biko. Decidido a no permitir que se silenciara el mensaje de Biko, el periodista se embarca en un peligroso viaje para escapar de Sudáfrica y contar al mundo el extraordinario valor de Biko. 

En 1976 durante una manifestación de estudiantes de color, que protestaban por el deficitario sistema educativo, irrumpió la policía, causando más de 700 muertes. En 1977 aún continuaba el desasosiego por las medidas represivas de policía y gobierno, que terminaron en septiembre cuando Stephen Biko, fundador del movimiento “Conciencia Negra”, murió por haber sido objeto de malos tratos por parte de la policía. 

Grita libertad es una película valiente, necesaria en su momento cuando el apartheid seguía sumiendo a Sudáfrica en el racismo. Los nombres finales de todos los detenidos y las "explicaciones oficiales" son un homenaje a estos héroes. 

El siguiente diálogo, extraído de la película, ilustra, en tono cómico pero muy claro, el absurdo de las diferencias raciales: 

-                             Juez: ¿Por qué se hacen llamar "negros"? Parecen más marrones que negros.

-                             Steve Biko: ¿Por qué ustedes se hacen llamar blancos?. Parecen más rosados que blancos.

Muerte en Venecia. Visconti, 1971

Muerte en Venecia. Visconti, 1971

Gustav von Aschenbach (Dirk Bogarde), un compositor alemán que acaba de tener un enorme fracaso con su última obra, llega a Venecia hundido y desangelado en el verano de 1911, por la creencia de haber perdido su humanidad y su juventud. Pese a que su único objetivo es hallar la paz y el reposo, pronto descubre que todo a su alrededor se encuentra en el mismo decadente estado que su persona. En el Hotel Des Bains una familia de turistas polacos llama la atención del músico, especialmente el joven Tadzio (Bjorn Andersen), un adolescente por el que siente una súbita e intensa atracción. Este impactante hecho hace que Aschenbach quiera abandonar Venecia. En la estación descubre que su equipaje ha sido extraviado, pero lejos de desesperar se siente liberado por no tener que huir. Pese a que la ciudad se haya infectada por una epidemia de cólera, Aschenbach permanece en el Lido veneciano, abandonándose a la enfermedad sin resistencia alguna, como medio para dejar un mundo en el que la perfección es imposible

Una obra maestra de Visconti. La película se erige en un festival visual aderezado con una música acertada para crear ese ambiente elegiaco que otorga, a esta adaptación de la famosa novela de Thomas Mann, el carácter de obra de culto para muchos cinéfilos. El filme se asienta en tres pilares básicos: la soberbia interpretación de Bogarde, la envolvente música de Mahler y la bellísima fotografía de Pasqualino de Santis.