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Drama

La Ley del Silencio (Elia Kazan, 1954)

La Ley del Silencio   (Elia Kazan, 1954)

Elia Kazan, tras su dolorosa experiencia en la Caza de brujas donde hubo de declarar contra algunos compañeros izquierdistas, trata de justificar su postura como delator introduciéndose en la piel del personaje interpretado por Marlon Brando, un estibador que denuncia la corrupción existente en los muelles. De esta manera, el dramático filme de Kazan se convierte en una auténtica parábola de la época, salpicada de denuncias, declaraciones, testificaciones, traiciones y otras cuantas “menudencias” persecutorias de la libertad de los individuos.  

Un mafioso controla todo el devenir cotidiano de los estibadores del puerto de Nueva York. Uno de ellos, Terry Malloy (Marlon Brando), es testigo impávido de algunas de las atrocidades que se cometen, hasta que conoce a la hermana de una de las víctimas (Eva Marie Saint). El amor hacia ella y la influencia del padre Barrie (Karl Malden) le impulsan a testificar. 

La excelente fotografía de Boris Kaufman acerca la cinta a esa bella atmósfera neorrealista que describe perfectamente el ambiente portuario y a los propios personajes que lo pueblan. Kazan impone al guión de Malcolm Johnson un tono absolutamente poético como medio para intentar transmitir los motivos que pueden impulsar a una persona a declarar contra otras.

Puente al sol. Etienne Périer, 1961

Puente al sol. Etienne Périer, 1961

Gwendolyne es una joven estadounidense a quien su hermano invita a una fiesta en la Embajada japonesa de Washington. Allí conoce a un chico japonés con quien iniciará un romance. Tras la boda, ambos deciden instalarse en Japón. Pero las diferencias culturales no siempre serán fáciles de superar; el ataque a Pearl Harbor y la consecuente entrada de EEUU en la II Guerra Mundial complicarán aún más la vida de la pareja.


La historia evidencia los problemas de resumir toda una vida en poco más de hora y media, pero a pesar de ello su director, Perier, logra captar la esencia de la trama y de las relaciones interpersonales. Los personajes, de personalidad perfectamente perfilada, están bien interpretados por James Shigeta y una Carol Baker en uno de los mejores momentos de su carrera. En cuanto a otros aspectos, mencionar la cuidada fotografía y, sobre todo, destacar la perfecta ambientación, muy respetuosa con la realidad cultural japonesa y alejada de tópicos fáciles. 

Basada en la autobiografía de la propia Gwendolyne Terasaki, Puente al sol es una película de evidente discurso pacifista y que aboga por la tolerancia y el respeto de las personas y de las culturas.

Los puentes de Madison. Clint Eastwood, 1995

Los puentes de Madison. Clint Eastwood, 1995

Absoluta obra maestra, una historia de amor conmovedora, real y de una sutileza como sólo Clint Eastwood puede conseguir actualmente.

Eastwood muestra el otro lado de su gran talento, pues se aleja del oscuro estilo de sus (otras) obras cumbres, como la dolorosa redención de Sin perdón, los demonios internos de Mystic River y el desgarrador final de Million Dollar Baby. Aquí tenemos a un Eastwood entregado a un romanticismo penetrante y minimalista basado en los silencios y las miradas para crear una de las historias de amor más hermosas que se han contado en el cine. 

Meryl Streep interpreta a un ama de casa que abandonó sus sueños por amor y ahora se afixia en una pequeña granja del perdido condado de Madison. La llegada de un fotógrafo del National Geographic – Clint Eastwood-, un fin de semana que su familia está fuera, le hará aflorar sentimientos escondidos que entrarán en conflicto con la persona que ha sido hasta ese momento.

 Un auténtico ejercicio de estilo técnico y narrativo que consagra a Eastwood como un director clásico, es decir, atemporal, capaz de las mayores audacias expresivas desde la contención, la sobriedad y una exquisita sensibilidad que, sin embargo, desborda pasión en todos los planos en que aparecen juntos los protagonistas. 

A destacar la intensa escena en la que el duro Clint mira por el retrovisor de su furgoneta mientras la mano de Streep duda entre abrir la puerta a una nueva vida, a la vida que siempre anheló... Es el amor prohibido que todos llevamos dentro y que recordamos de por vida.  

Una de esas películas que te aísla de todo.

Cabaret. Bob Fosse, 1972

Cabaret.  Bob Fosse, 1972 Tardé tiempo en ver esta película, pese a su prestigio y sus 8 Oscar, porque pensé que se trataba de un musical más... craso error! Cuando por fin me decidí, descubrí una joya cinematográfica, que va mucho más allá del concepto de musical para contarnos algo más que una historia de amor frustrada en un ambiente de crisis y violencia
 
¿La historia? un ingenuo Michael York, una Liza Minelli buscándose a si misma, una rica judía con su caza fortunas alrededor, un aristócrata bisexual, y el germen del nazismo por todos lados. ¿Qué nos queda? una gran película que no decepciona a nadie. Grandes interpretaciones (Liza Minnelli nunca estuvo mejor), grandes diálogos y qué decir de la impresionante banda sonora... Los números musicales de este Cabaret han creado escuela y son referentes para los musicales que se han rodado desde entonces.
 
Además, posee una escena soberbia: en solo tres minutos un genial Bob Fosse nos muestra como nunca ha conseguido nadie, como los alemanes a principios de los años treinta se decantaron en las urnas por el Adolf Hitler, tema censurado en Alemania durante mucho tiempo.

Se habló mucho en su momento sobre el Oscar ganado por Joel Grey como actor secundario en Cabaret el mismo año que Al Pacino estaba nominado por su actuación en El Padrino, pero lo cierto es que Grey interpretaba a uno de los personajes más increíbles de la historia del cine, con un aura de irrealidad como pocas veces se ha visto. Es como el fantasma de los deseos humanos, alguien libre y absurdo que se cuela por un momento en nuestras vidas.
 

La película es buena y su mensaje final, vital. Posiblemente, todavía quedan lugares como el cabaret de Bob Fosse, donde puedes olvidar todos los problemas. "Aquí no hay problemas. Afuera hace viento, pero aquí... hace calor. Las mujeres son hermosas, hasta la orquesta es hermosa. Hermosísima".  Aunque no es una historia perfecta, nadie puede quedarse fuera. Al fin y al cabo, LIFE IS A CABARET.

Imitación a la vida (Douglas Sirk, 1959)

Imitación a la vida (Douglas Sirk, 1959)

Lora Meredith (Lana Turner) es una actriz viuda en paro vive con su hija (Sandra Dee) en la ciudad de Nueva York. Un día conoce de casualidad en una playa a Annie, una mujer de raza negra (Juanita Moore) y su hija mulata Sarah Jane (Susan Kohner) que terminarán trabajando para ella.

 

Los conflictos familiares establecidos en la figura de Sarah Jane con su tozuda negativa a aceptar a su madre y a su raza (lo que no esconde una terrible, real e injusta problemática social) junto a los avatares laborales y sentimentales de Lora son los cimientos de una película redonda que supuso una espléndida despedida de la tarea direccional del gran Douglas Sirk.

Basada en la popular novela de Fannie Hurst, la sensibilidad que contienen las imágenes presentadas y su progresión dramática salvan el carácter folletinesco del relato, sobre todo por la hábil narración y el perfilado de personajes y en un penetrante análisis emocional de las situaciones que los mismos protagonizan. Otros puntos a destacar son las soberbias interpretaciones, una estudiada y estilizada ambientación y una fotografía de aire pictórico.

 

 

 

¿Qué fue de Baby Jane?, Robert Aldrich, 1962

¿Qué fue de Baby Jane?, Robert Aldrich, 1962 “Baby Jane” Hudson, interpretada por Bette Davis, fue una niña prodigio cuyo éxito terminó al hacerse mayor, al contrario que su hermana Blanche (Joan Crawford), quien tras años de mantenerse marginada en un segundo plano, alcanza la madurez como gran actriz. Resentidas ambas por su pasado, y con Blanche en una silla de ruedas a raíz de un extraño accidente, la película muestra la tensión y violencia latente entre ambas mujeres. Martirizada por Jane, quien todavía se viste como aquella niña que triunfaba en los escenarios, Blanche sufre todo tipo de vejaciones y maltratos e intentará escapar. Cuando “Baby Jane” pretende, en su lenta y progresiva locura, volver a los escenarios, todas esos secretos saldrán a la luz. Con un guión adaptado de la novela de Henry Farrell, el director Robert Aldrich crea un drama sobre la rivalidad entre hermanas, la desesperación, la locura y el terror, sostenido por el increíble duelo interpretativo de estas dos actrices. A pesar de desarrollar una mirada destructiva sobre la decadencia del glamour de Hollywood y el estrellato cinematográfico, el film tuvo varias nominaciones al Oscar.

Muerte en Venecia (L. Visconti)

Muerte en Venecia (L. Visconti)

Gustav von Aschenbach (Dirk Bogarde), un compositor alemán que acaba de tener un enorme fracaso con su última obra, llega a Venecia hundido y desangelado en el verano de 1911, por la creencia de haber perdido su humanidad y su juventud. Pese a que su único objetivo es hallar la paz y el reposo, pronto descubre que todo a su alrededor se encuentra en el mismo decadente estado que su persona. En el Hotel Des Bains una familia de turistas polacos llama la atención del músico, especialmente el joven Tadzio (Bjorn Andersen), un adolescente por el que siente una súbita e intensa atracción. Este impactante hecho hace que Aschenbach quiera abandonar Venecia. En la estación descubre que su equipaje ha sido extraviado, pero lejos de desesperar se siente liberado por no tener que huir. Pese a que la ciudad se haya infectada por una epidemia de cólera, Aschenbach permanece en el Lido veneciano, abandonándose a la enfermedad sin resistencia alguna, como medio para dejar un mundo en el que la perfección es imposible

 

 

Una obra maestra de Visconti. La película se erige en un festival visual aderezado con una música acertada para crear ese ambiente elegiaco que otorga, a esta adaptación de la famosa novela de Thomas Mann, el carácter de obra de culto para muchos cinéfilos. El filme se asienta en tres pilares básicos: la soberbia interpretación de Bogarde, la envolvente música de Mahler y la bellísima fotografía de Pasqualino de Santis.

Ciudadano Kane (Orson Welles, 1941)

Ciudadano Kane (Orson Welles, 1941)

En la era de los videojuegos y la MTV “Ciudadano Kane” sigue apareciendo como una de las obras maestras de la historia del cine. Basta ver unos minutos la película para darse cuenta de por qué.

 

El principio de esta película narra su final, aunque suene paradójico... se muestra la muerte de un personaje cuyas últimas palabras son "Rosebud". A continuación un documental sobre el fallecimiento de Charles Foster Kane (trasunto de Hearst, el hombre real en quién se basa toda la película), propietario de un gran imperio, amado y odiado por mucha gente. Este documental es lo que ven unos periodistas que se disponen a hacer un interesante reportaje sobre la vida de Kane (y averiguar el significado de esa extraña palabra: Rosebud). Lo cierto es que, aunque no lo sepan, la manera de enfocar este reportaje es tal y como lo hubiera hecho el propio Kane; divagando sobre como hacer sensacional la noticia.

 

El título primigenio, «American», desvela la intención precisa de ofrecer un contrapunto del sueño americano, una visión ácida y autocrítica con la sociedad estadounidense.

  En su primera película, el director Orson Wells eligió infringir todos los preceptos académicos: Wells destruye la linealidad narrativa, para presentar una visión poliédrica, complejizada por los múltiples puntos de vista y los flash-back, donde cada uno de los personajes entrevistados nos muestra su particular visión de la figura de Kane. Utilizando el recurso de insertar un noticiario, presenta todos los elementos de la trama de la forma más (supuestamente) objetiva y real posible.

 

 

En el plano visual, Orson Wells introduce innovaciones decisivas, que se convierten en elementos narrativos esenciales. El operador de fotografía, el famoso Gregg Toland, elaboró nuevas lentes para mostrar una profundidad de campo sorprendente, donde todos los elementos de la escena adquirían un contorno y vida propia, todo ello con la finalidad de que sea el espectador el que decida cuales son los elementos principales y los secundarios. El gran angular inaugura nuevos enfoques, que hablan por sí mismos de los personajes. Sólo por poner un ejemplo, vamos a destacar la escena en la que Kane (interpretado por el propio Orson Wells) aparece en un marcado contrapicado en el que también se recoge la presencia del techo, metáfora de los límites de la grandeza de Kane.