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COMEDY

Tardes con Marguerite (la tete en friche). Jean Becker, 2010

Tardes con Marguerite (la tete en friche). Jean Becker, 2010

Germain Chazes (Gérard Depardieu) es un hombre casi analfabeto, con una infancia bastante difícil debido al inexistente cariño de su madre y cuyos amigos se ríen de él. Un día, paseando por el parque, conoce a Margueritte (Giséle Casadesus), una culta octogenaria. Poco a poco, y gracias a las lecturas que ella le hace en voz alta, la relación de Germain Chazes y Margueritte se va estrechando.

 

Después de la magnífica “Conversaciones con mi jardinero”, el veterano Jean Becker nos ofrece otra entrañable estampa campesina basada en una novela de Marie-Sabine Roger.  Es un cuento, pero un cuento tierno, precioso, bueno sobre la vida. Al menos aquí es posible la bondad y el final feliz. 


Para no perderse…: la escena de la película en la que ella le regala un diccionario y el por la noche intenta utilizarlo… a su manera J

Despertando a Ned. Kirk Jones, 1998

Despertando a Ned. Kirk Jones, 1998

Tullymore es un pequeño e idílico pueblo irlandés cuya tranquilidad se rompe cuando a uno de sus 52 habitantes le toca el “gordo” de la lotería. Se trata de un anciano sin familia que es encontrado muerto ese mismo día con el billete premiado entre las manos. La pregunta que se plantea entonces es evidente: ¿Qué hacer con ese décimo premiado?

 

Jones, también responsable del guión, aborda en clave de enredo su aproximación a un universo rural sacudido por un golpe de suerte. Algunos de los tópicos habituales de Irlanda (la belleza de sus paisajes, el tipismo en ocasiones estrafalario de sus habitantes, el peso específico que en las comunidades tienen el cura y el tabernero, la música celta que lo envuelve todo...) son introducidos con acierto en la película.

 

Gran parte del encanto del filme son sus actores: los veteranos Ian Bannen y David Kelly. La química entre los dos amigos es natural, su compenetración al planear el cobro del premio provoca tantos situaciones hilarantes como de verdadera ternura, como el improvisado discurso de Jackie dedicado a Michael en el funeral. Como contrapunto, otras subtramas vienen a enriquecer el relato, en el que engarzan con toda naturalidad.

 

Pese a lo exiguo de su producción para la gran pantalla, el director construye una trama que funciona con precisión, y sus años de creativo publicitario dejan huella en este relato ágil y salpicado de gags de fino humor negro.

Ed Wood . Tim Burton, 1994

Ed Wood . Tim Burton, 1994

 

Ed Wood es un joven visionario ansioso por convertirse en director de cine, pero al carecer de formación académica y apoyos, tiene muy pocas oportunidades de lograrlo. Sin embargo no ceja en su empeño y tras reunir a un curioso grupo de personajes, realiza películas de bajo presupuesto, excéntricas y no muy cuidadas técnicamente.

 

Cuando iba a celebrarse el primer centenario de la invención del cine, Burtom se desmarca con este biopic sobre el que oficialmente es el peor director de la historia. Pero ,por extraño que parezca, es todo un homenaje al hecho de que alguien, con una ilusión y un entusiasmo propios de un niño de 6 años, se empeñe en realizar una película. Johnny Depp está magistral como Ed Wood, y dota al personaje de ese espíritu iconoclasta e inmaduro que al parecer poseía el verdadero Wood.

 

Martin Landau, en su inolvidable papel de Bela Lugosi, hace una creación antológica: ese acento húngaro, esos movimientos, y esa compostura, que recrean al que fue el icono del terror durante años. Un Oscar más que merecido. Y un reparto de buenísimos interpretes, que recrean a la troupe de frikis que llevaba consigo Wood siempre, destacando a un Bill Murray en estado de gracia, o una Sarah Jessica Parker como novia chillona y frustrada actriz.

 

Una maravillosa metáfora sobre la necesidad de las ilusiones, de ser uno mismo, de no dejarse amedrentar por nadie, y de buscar los sueños como si la vida nos fuera en ello. Una obra que emuestra el amor de Tim Burton, no ya por el cine de serie B, si no su amor por el cine en general, tratada con una sensibilidad que únicamente se encuentra en los jerséis de ángora...

La boda del Monzón. Mira Nair, 2001

La boda del Monzón. Mira Nair, 2001

A Lalit Verma los preparativos de la boda concertada de su hija le lleva al borde de un ataque de nervios... y de la quiebra. El novio, ingeniero en Texas, vuelve a la India para conocer a la novia, quien a su vez está enamorada de un presentador de televisión. ¿Podrá convertirse la boda concertada en una boda de amor? Al tiempo que van llegando los familiares (repartidos por todo el mundo) se añaden nuevas narraciones y puntos de vista.

 

Los previos de este elegante enlace en Nueva Delhi sirven de excusa para mostrarnos los conflictos que se viven en la sociedad india entre generaciones partidarias de seguir las tradiciones y otras defensoras de la modernidad. ”La boda del monzón” es una buena forma de acercarse a un sector social y cultural de un país que empieza a descubrirse como una potencia en muchos aspectos. No en vano en la propia película se pueden entrever factores de desarrollo en campos como la industria cinematográfica, las telecomunicaciones, la informática...

 

La película tiene el valor de acercarnos a la imaginería de una India plural. La directora es licenciada en sociología,  por lo que es capaz de profundizar con acierto en las costumbres familiares y en sus caracteres, aunque en algún momento pueda resultar previsible en ciertos tópicos narrativos. Eso si, hay momentos de gran belleza e intensidad emocional. El tratamiento de la luz y del color es sencillamente magistral. Y por supuesto, destaca la música, elemento imprescindible del cine indio.

 

En resumen, una muy agradable comedia romántica a varias bandas, muy apropiada para el verano.

Una noche en Casablanca. Archie Mayo, 1946

Una noche en Casablanca. Archie Mayo, 1946

Parodiando al "Casablanca" de Humphrey Bogart, los hermanos Marx se enfrascan en una de sus surrealistas aventuras, aquí salvando un tesoro escondido en un hotel del que los nazis quieren apropiarse y donde ser nombrado director significa ser sentenciado a muerte.

 

Lo mejor, como siempre, el humor corrosivo de las frases de Groucho Marx, además de varios sketchs divertidísimos, como el del equipaje o el de la pista de baile (éste último, por cierto, un remake del camarote de “Una noche en la ópera”).

 

Humor delirante, absurdo, inteligente, pero que no está a la altura de sus obras maestras (“Sopa de Ganso”, “Un día en las carreras”, etc.); en parte debido a la situación personal de los Marx, que llevaban 5 años apartados del celuloide, y en parte a la escasa experiencia en el terreno de la comedia de su director. Para quien no sea, aún, fan de los Marx, recomendaría empezar por alguna otra de las películas anteriormente citadas.

Uno, dos, tres. Billy Wilder, 1961

Uno, dos, tres. Billy Wilder, 1961

C.R. MacNamara (James Cagney), representante de una multinacional de refrescos en Berlín Occidental, sueña con introducir el producto, uno de los más famosos del mundo capitalista, en la URSS. Sin embargo, cuando su jefe le encarga cuidar a su alocada hija adolescente durante unas vacaciones, MacNamara ve peligrar su vida y sus aspiraciones.

 

Basada en una comedia en un acto del húngaro Ferenc Molnar (1930), el film subyace por debajo esa acidez y ese humor corrosivo que caracterizaron a Wilder. El trasfondo es una visión de los dos mundos contrapuestos que iban a dividir el planeta en aquello que se llamó "telón de acero".

 

James Cagney sirve de maestro de ceremonias en una comedia trepidante y caústica, escoltado por un catálogo de personajes inolvidables. Capitalistas y comunistas en ua farsa punzante que se cose sin suturas a una historia de amor entre la encantadora y descerebrada Pamela Tiffin, y Otto, un joven comunista lleno de retórica e idealismo.

 

“Un, dos, tres” es un largometraje imprescindible, aunque hay que verla un par de veces por lo menos porque son tantos chistes y a tanta velocidad que no te da tiempo a asimilarlos todos.


Para quien guste de las curiosidades, un apunte: la película incluye citas cultas (Shakespeare), cinéfilas ("Lo que el viento se llevó", "Espartaco"...) y en la banda sonora, de André Previn, se incluyen fragmentos de la "Danza del sable" (Khachaturian), "Las Walkyrias" (Wagner), y del rock ("Itsy-Bitsy Teeny-Weeny").

Primera plana. Billy Wilder, 1974

Primera plana. Billy Wilder, 1974

Chicago, 1929. Un afamado periodista (Jack Lemmon) presenta su dimisión horas antes de cubrir la noticia de una polémica ejecución que tiene en vilo a la ciudad. Su jefe (Walter Matthau) recurrirá a todo tipo de artimañas para hacerle desistir de su idea y que acuda al importante acontecimiento.

 

Existen múltiples versiones, antiguas y recientes, sobre “The Front Page”, una célebre obra teatral de los años 20 de Ben Hecht y Charles MacArthur, magníficamente filmado también por Howard Hawks en “Luna Nueva” (1940). Sin embargo, el remake de Wilder es, sin duda, el más divertido de todos.

 

“Primera plana” es una aguda, alocada y mordaz sátira del ser humano y de sus bajezas. Los periodistas (cuyo código ético está por los suelos… todo vale con tal de vender llamativos titulares), los policías, el psicólogo (magnífica parodia del análisis freudiano), el sheriff, el alcalde... Ninguno duda en falsear la realidad para obtener beneficio, aun cuando la realidad sea que está en juego la vida de otro ser humano.


Para “diferenciar” su versión, Wilder optó por imbuir a los personajes de un carácter propio, cínico y sarcástico. Para lograrlo, alteró (mejoró) los diálogos, que se convierten en una arma arrojadiza para las brillantes interpretaciones de Matthau y Lemon, quizá la mejor pareja del cine cómico de la historia.

 

Una película que no da tiempo a tomar aire entre carcajadas, pero siempre de forma inteligente: hace uso de la farsa, el humor negro, el humor visual, el absurdo, el surrealista...

 

Inevitable volver a verla cada cierto tiempo

Siete ocasiones. Buster Keaton, 1925

Siete ocasiones. Buster Keaton, 1925

Jimmy Shannon, un agente de bolsa al borde de la bancarrota, ve la solución a sus problemas cuando un abogado le presenta el testamento de un rico pariente, a condición de estar casado a las 7 de la tarde de su 27 cumpleaños. ¡Y eso es… hoy!

 

Pocas cosas hay más subjetivas que la risa. Por eso únicamente puedo decir que “Siete ocasiones”, aunque no goce de la fama y el prestigio de “El maquinista de la General”, es una hilarante película. El secreto radica en que contiene todos los registros del humor de Keaton.

 

La película se estructura claramente en dos partes. En la primera, de un tempo reposado, asistimos a un humor sutil, hecho de pequeños gestos, que invita a la sonrisa. La segunda parte, en cambio, es quizás el fragmento cómico más frenético de su cine y nos lleva directamente a sus más delirantes cortometrajes, como “Cops”. Y lo mejor es que, a través de la risa y casi sin darnos cuenta, asistimos a una gran lección de puesta en escena y sentido del ritmo.

 

Por cierto, que la historia del soltero de oro ha sido versionada docenas de veces... para peor. Ojalá no se hubiera desvirtuado nunca el recuerdo de la película original.

Una casa de locos. Cédric Klapish, 2002

Una casa de locos. Cédric Klapish, 2002

Javier, un estudiante francés de económicas, decide pasar un año en Barcelona para aprender español. Se instala en una casa donde convive con otros estudiantes europeos quienes, como él, disfrutan de una beca Erasmus: un italiano, una inglesa, un danés, un belga y un alemán.

 

El título original de esta comedia es bastante significativo: “El albergue español”, una expresión francesa que hace referencia a un lugar acogedor en que cada persona trae algo y todo se comparte con los demás... lo que parece dar a entender que esta película es una metáfora, en clave de humor, sobre la construcción europea, además de tratar brevemente otros puntos como la integración cultural, los estereotipos nacionales, la arbitrariedad de los roles sexistas, los nacionalismos o la incertidumbre sobre el futuro laboral para los licenciados.

 

En cualquier caso, y para quien no tenga ganas de mirar más allá, se trata de una historia divertida, un caos multilingüe con el que cualquiera que haya sido Erasmus puede identificarse.

La mujer del año. George Stevens, 1942

La mujer del año. George Stevens, 1942

Él (Spencer Tracy) es un reportero especializado en deportes. Ella (Katharine Hepburn), una famosa periodista política que necesita que la recuerden los placeres simples de la vida.

 

“La mujer del año”, primera película que rodaron juntos estos dos grandes intérpretes (y comienzo de su larga relación amorosa), pretende ser una comedia de guerra de sexos entre un hombre y una mujer que se aman intensamente, pero sin renunciar cada uno a sus principios y forma de vivir

 

Aunque la historia es atrayente y divertida en muchos pasajes, el final resulta decepcionante. La temática resulta actual, ya que nos presenta una pareja en la que ambos trabajan y en la que, detalle a destacar, es la mujer tiene mayores éxitos profesionales. En un momento determinado, se plantea el dilema de si la esposa, al convertirse en tal, debe abandonar su carrera laboral en beneficio de la relación matrimonial y el cuidado de la casa. Una idea revolucionaria para la época, ya que el personaje de Tracy aboga porque la mujer sea capaz de compaginar ambas funciones en un equilibrio compensatorio. Sin embargo, Hepburn acabará atada a la cocina, mientras Tracy lee el periódico y bebe una cerveza…

La cena de los idiotas. Francis Veber, 1998

La cena de los idiotas. Francis Veber, 1998

Para Perre Brochant y sus amigos, el miércoles es el día de los idiotas. El principio es simple: cada uno debe llegar a la cena acompañado de un idiota. El que consiga llevar el idiota más espectacular de todos, es el ganador. Esta noche, Brochant está pletórico: ha encontrado una auténtica joya. Un idiota redomado. ¡El campeón mundial de los idiotas! Su nombre es François Pignon, un aburrido contable obsesionado con sus construcciones hechas a base de cerillas. Lo que Brochant desconoce es que Pignon es un auténtico gafe, un maestro en el arte de provocar catástrofes...

 

Estrenada casi en el anonimato, esta comedia “cruel” estuvo más de un año en cartel en las salas de cine, porque es un ejemplo de lo que deberían ser todas las comedias. Aporta un sentido del humor magnífico y que no insulta la inteligencia del espectador, y está poblada de innumerables gags antológicos (sobre todo los relacionados con el teléfono).

 

En cuanto al reparto, todos los actores están soberbios, aunque sin duda el mejor de todos es Jacques Villeret, quien realiza el mejor papel de su carrera. Y digo esto desde el convencimiento que no creo a nadie capaz de igualar la mezcla de estupidez y ternura que Villeret logra transmitir.

 

Si no te gusta el cine francés, esta puede ser una gran excepción. Porque...¿quién es el verdadero idiota?

¡Mamma Mia! Phyllida Lloyd, 2008

¡Mamma Mia! Phyllida Lloyd, 2008

Primera sorpresa del blog esta temporada! Ya sabéis que yo no suelo hablar de películas recientes y que los musicales tampoco son un género que me atraigan demasiado. Pero hoy haré una excepción con esta divertidísima (y tonta) comedia.

 

El argumento no podía ser más simple: Donna (Meryl Streep) es una madre soltera dueña de un modesto hotel en una paradisíaca isla griega. Su hija veinteañera se va a casar y, para descubrir quien es su padre, no se le ocurre mejor idea que invitar a los ex novios de su madre a la boda.

 

En realidad esta historia tan limitada es sólo una excusa para dar un repaso a la discografía del famoso grupo sueco ABBA. Como ha dicho un crítico del New York Times, “Se puede pasar un rato perfectamente agradable viendo esta animada adaptación del popular musical. Y luego, una vez que se te pasa la resaca, darte cuenta de lo mala que es”.

 

La película es mala por varias razones, entre ellas el ya mencionado guión absurdo y la inexperta dirección de Phyllida Lloyd (que se aprecia en el uso de la cámara y en el ritmo irregular de la narración). Sin embargo, ¡Mamma Mia! no aspira a ser una gran película, sino simplemente ofrecernos un rato de diversión. Y eso desde luego lo consigue. Porque además hay varios toques de autoparodia que a cualquier buen cinéfilo le gustará “cazar”.

 

En cuanto al reparto, las actuaciones son desiguales. La versátil Meryl Streep es sin duda la mejor, y además se ve que ha disfrutado haciendo la película. Julie Walters, Christine Baranski y Amanda Seyfried consiguen dar credibilidad a sus peculiares personajes. Eso si, Pierce Brosnan mejor que no hubiera cantado.

 

Resumiendo, película apta para el verano pero recomendable sólo para quien guste de las carcajadas o de los musicales. Por cierto, que a los fans de Abba les aconsejaría ver también "La boda de Muriel" (P.J.Hogan, 1994), una adaptación bastante más interesante de sus canciones.

 

Un día en las carreras. San Wood, 1937

Un día en las carreras. San Wood, 1937

La propietaria de un hospital (Maureen O´Sullivan), se encuentra en una delicada situación financiera. Groucho Marx es el Dr. Z. Hackenbush, un veterinario que se hacer pasar médico para ayudarla a retener en el hospital a una hipocondríaca ricachona hasta convencerla para solucionar los problemas económicos. Pero como todo esto no es suficiente, deciden apostar a favor de su caballo.

 

Una de las mejores películas de los Marx, una comedia desenfrenada que exalta la generosidad, la constancia y la inocencia.


El guión intercala escenas musicales con las cómicas, marcando las necesarias pausas entre carcajada y carcajada. Son memorables las escenas de la contundente actuación al piano de Harpo, la conversación telefónica de Hugo y Whitmore, o el reconocimiento médico de la Sra. Upjohn (evocado por Buñuel en "El discreto encanto de la burguesía"). Y por supuesto, los diálogos contienen frases que se han hecho famosas, entre ellas la siguiente “perla” políticamente incorrecta: "Soy veterinario: cásate conmigo y nunca más miraré a otro animal".

 

Lamentablemente, el doblaje español se ha permitido licencias imperdonables por su completa descontextualización: compara al Dr. Stenberg con Fidel Castro, cita a Perry Mason e incluye un breve canto de la película West Side Story. 

 

 

 

Entre copas (Sideways). Alenxander Payne, 2004

Entre copas (Sideways). Alenxander Payne, 2004

Dos amigos, Miles (divorciado, profesor frustrado y novelista fracasado) y Jack (actor mediocre y casanova), inician el viaje de "despedida de soltero" de Jack. Entusiasta de los vinos, Miles quiere enseñar a su amigo la región californiana donde se cultiva un vino excelente. Amigos desde la universidad, la única cosa que parecen tener en común es la mezcla de ambiciones fallidas y juventud marchita. 

Lo que se inicia como una divertida road movie se convierte, gracias a unos diálogos deudores del pesimismo y la inseguridad típicos en Woody Allen, en un bello canto a la verdadera amistad, a las imperfecciones y a las segundas oportunidades. “Entre copas” asombra por su cercanía y empatía populares, acierta por la elección poco estelar de su reparto, saca humor y respuestas del perdedor que todos alguna vez hemos sido, y enaltece el espíritu, pues muestra que es posible la recuperación. Una historia bien contada, sin nada de efectismo. Sencilla y elegante. Sin retórica ni tragedias desmedidas. Tampoco abunda en ella lo admirable, ni la magia. No todos los diálogos sobre vino resultan naturales. Eso sí, la declaración de amor en clave enológica es, sin duda, la cumbre de la cinta.


Y como puntos fuertes: la música, que ofrece una partitura de tonos alegres y optimistas, y la fotografía, que da a las imágenes un tono nostálgico de cine de los 70. En cuanto a las actuaciones, Thomas Haden Church (Jack) realiza un gran papel y sin duda su personaje es el más carismático,  incongruente en sus acciones pero con un gran corazón: sabe dar los mejores consejos a su amigo utilizando su particular sentido común (algo egoísta y cínico). Él es, supongo, la razón por la que algunos piensan que “Entre copas” es una comedia. Para mí no lo es. Tampoco un drama. Es una cámara que sigue, persigue y acuna a unos personajes normales y con menos problemas como quieren hacernos creer.  

Ganadora de 2 Globos de Oro, esta película de Alexander Payne está basada en la novela "Sideways" (2004), de Rex Pickett. Procedente del panorama independiente norteamericano, Payne fue rápidamente etiquetado como joven promesa. En 1999 puso el dedo en la llaga del sistema gracias a la ácida comedia “Election”, en la que unas elecciones de instituto empujaban a Reese Witherspoon y Mathew Broderick a desplegar todas las artimañas inimaginables para conseguir la victoria. Tres años más tarde, en “A propósito de Schmidt”, Payne ofrecería a Jack Nicholson una de las mejores interpretaciones de su carrera, un personaje desencantado y deprimido, pero entrañable, producto del seguimiento de las reglas establecidas por el conservadurismo tradicional latente en la América profunda.

Y la próxima semana, uno de los Duelos más esperados...

La comedia del Screwball

La comedia del Screwball

En uno de los primeros post de este blog (enero de 2006) hablé de la comedia durante el cine mudo o comedia slapstick; ahora veremos brevemente cómo evolucionó la comedia con la llegada del cine sonoro.

 Y es que en los años 30 la comedia adoptó formas muy originales que van desde la crítica bienintenciona de Frank Capra hasta el elaborado refinamiento cómico de Cukor o el humor ácido y corrosivo de los hermanos Marx.  La comedia supone una forma de evasión, un alejamiento de una realidad incómoda (el famoso crack bursátil de 1929 y la “gran depresión”). La nueva forma de hacer comedia a partir de estos años es lo que recibe el nombre de comedia americana, comedia de enredo o comedia screwball. 

Screwball hace referencia en el argot del béisbol a una pelota que toma una dirección inesperada y de diferente intención a la que se quería al lanzar. Luego el nombre se aplica a los locos y excéntricos individuos de este tipo de comedias. Su comportamiento, sobre todo el de las chicas, encaja con el término de comedia chiflada o comedia de enredo matrimonial. Comienza a gestarse en 1936 con el personaje de Carol Lombard en “Al servicio de las damas” dirigida por Gregory la Cava: un mayordomo, antes vagabundo, rescatado por una excéntrica y rica familia, resulta ser un rico hombre de negocios que, asqueado por esa vida, la abandona. 

Los personajes suelen basarse en arquetipos modernizados, generalmente heroínas pobres que enamoran a ricos, o a la inversa; equívocos de identidad o incluso usurpación. La pobreza es noble, el dinero no da la felicidad, es usado como recurso cómico. Lo novedoso es el tratamiento, más inteligente y sofisticado en los diálogos, actuación diferente permitiendo mayor libertad en el gesto y sobre todo una enorme velocidad en el desarrollo de los personajes. Suelen combinar locura y extravagancias, más violencia cómica de la comedia slapstick. 

Características generales: 

  • diálogos enloquecidos, veloces, que se superponen
  • amor loco pero en el fondo convencional (se busca el amor a través de la lucha de sexos y suele haber finales felices)
  • guerra de sexos, señalando el ascenso social de la mujer y su mayor independencia hasta el punto de poder llevar el peso argumental
  • personajes extremos: pobres o ricos
  • siempre buen gusto, cierta sofisticación
  • ambientes con situaciones absurdas y reacciones irracionales e infantiles.
  • dinamismo del slapstick y recurso de gags visuales
  • cierta vena de rebeldía pero se tiende a la gratificación del espectador.

La ley de la hospitalidad. Buster Keaton, 1923

La ley de la hospitalidad. Buster Keaton, 1923

Los Canfield y los McKay mantienen una enemistad heredada desde hace generaciones. Enviado siendo aún un bebé por su madre con unos parientes de Nueva York para alejarle de tanto odio, Willie McKay (Buster Keaton) decide regresar a su pueblo para reclamar una herencia. Y ¿de quién se enamora durante el viaje? De Virginia Canfield (Natalie Talmadge)...

Las situaciones son muy ingeniosas. Desde gags relacionados con los trenes, precursoras de las que tres años más tarde explotaría en "El maquinista de la General" –vías con baches muy acusados, convoyes destartalados, carriles flexibles, traviesas sueltas, locomotoras con caldera multiuso...–, situaciones tan absurdas como la propia "ley de la hospitalidad" que se imponen a sí mismos los miembros masculinos de la familia Canfield (no pueden atacar a su rival mientras éste se encuentre dentro de su casa), desternillantes persecuciones pistola en mano, y escaladas vertiginosas.

En esencia viene a ser la clásica historia de Montescos y Capuletos... desde otro punto de vista y con ese maravilloso toque humorístico de Buster Keaton.

8 mujeres. François Ozon, 2002

8 mujeres. François Ozon, 2002

Campiña francesa, años 50. Durante los preparativos para la celebración de la Navidad en una gran mansión burguesa se produce un drama: el dueño de la casa aparece asesinado. Ocho mujeres, todas ellas relacionadas con la víctima, estaban presentes en ese momento, por lo que forzosamente una de ellas es la culpable. Comienza entonces una larga jornada de discusiones, traiciones y revelaciones. La verdad estallará, cruel y trágica, y acabará con las máscaras y las mentiras.

“8 mujeres”, casi todas las mejores actrices francesas del momento (Destacar a Catherine Deneuve contoneándose para Fanny Ardant cantando aquello de " Toi Jamais"), es una sorprendente comedia musical, una historia enrevesada pero fascinante que mantiene la intriga hasta el último momento.

Una película que derrocha belleza escénica, que no escatima en vestuario ni en decorados. Una delicia para la vista.

Y atención al post de la próxima semana: inauguramos la sección "Trilogías y otras secuelas" con la saga familiar más famosa del celuloide!.

La bici de Ghislain Lambert. Philippe Harel, 2000

La bici de Ghislain Lambert. Philippe Harel, 2000

El post de hoy va dedicado a David…

En el ciclismo de los años 70 Eddy Merckx era el rey, y tras él iban todos los demás. Entre estos últimos se encontraba Ghislain Lambert. Esta es la historia de la vida de un pequeño corredor belga con la única ambición de convertirse en campeón, pero con la desgracia de tener unas piernas mucho menos fuertes que su propio corazón.

Tierna historia del ciclismo narrada desde el punto de vista de un gregario, la bicicleta de Ghislain Lambert no es un cuento sobre un héroe deportivo, sino la historia de un hombre que persevera en su sueño. Para los iniciados en este deporte "La bicicleta de Gislan Lambert" no pasa de ser una película superficial y que te deja algo insatisfecho en lo que a imágenes de carreras se refiere, pues no retrata de modo convincente la dureza del ciclismo; para los que no conozcan demasiado el mundo de la bicicleta, la experiencia de este antihéroe que es Lambert les permitirá conocer algunos de los aspectos ocultos del ciclismo profesional.

La película se sitúa a medio camino, y de forma verosímil, entre el gag visual cercano al slapstick y el melodrama costumbrista, rodeándose para ello de un reparto perfectamente coordinado, desde su actor principal y co-guionista Benoît Poelvoorde (Charlot sobre ruedas que también aspira, no podía ser de otra forma, al amor de una joven), pasando por José García (aquí su hermano en la ficción), Emmanuel Quatra (su colega Ricardo), o la bella Babette a la que da vida Christel Cornil.

Antes de rodar la película, ni Harel ni Poelvoorde eran fans del ciclismo. Todo esto cambió cuando Harel vio a Poelvoorde vestido de ciclista en unas pruebas de vestuario para la película “Hikers”. Entonces comprendió que si algún día hiciera una película sobre ciclismo, ya tenía su estrella. Tras seguir desde dentro el Tour de Francia de 1998, ambos decidieron llevar a cabo el proyecto.Poelvoorde tenía la ventaja de ser de Bélgica, un país donde el ciclismo es pasión. Él mismo contribuyó con muchas de las ideas y toques humorísticos. Tras correr más de mil kilómetros como entrenamiento, Poelvoorde se vistió el mallot junto a profesionales contratados para las escenas de competición.

Algunos discutieron el premio al mejor guión que recibió en el Festival de San Sebastián del 2001… hay quien aún piensa, erróneamente, que la comedia es un género demasiado ligero para tomárselo en serio y demasiado cercano como creer que es sencillo de confeccionar. Pero la risa es un asunto muy serio…

Adivina quién viene a cenar. 1967

Adivina quién viene a cenar. 1967

Joanna, una joven de familia acomodada, vuelve de sus vacaciones con una sorpresa: se ha prometido con un hombre de raza negra (médico de gran prestigio internacional), al que sus padres conocerán esa noche en la cena. Aunque se tienen por liberales, los progenitores de la chica se muestran contrariados ante la noticia. La tensión crece cuando los padres del novio llegan a la ciudad para conocer a sus consuegros y se ven igual de sorprendidos y consternados como los padres de Joanna. 

El tratamiento ligero dado por el guión a un importante tema social fue muy atacado por los críticos, pero millones de espectadores acudieron a verla atraídos por el reparto. Probablemente por esa “ligereza”, por presentar el problema en una situación cercana y creíble, la película obtuvo tan amplia repercusión 

Esta fue la novena y última película que Spencer Tracy y Katharine Hepburn rodaron juntos. Tracy falleció días después de finalizar el rodaje; por eso Hepburn no asistió al estreno y jamás vio la película ya montada. Tracy y Hepburn están tan magníficamente compenetrados que se hacía difícil en la época  pensar que nunca más aparecerían juntos. El personaje de Joanna fue interpretado por Katharine Houghton, sobrina de Katharine Hepburn. Y Sydney Poitier, por su parte,  estuvo esplendido con una actuación, sofisticada y absolutamente persuasiva. 

La película fue nominada a nueve premios de la Academia, ganando el Oscar en las categorías de mejor actriz principal y mejor guión original.

Ninotchka. Ernst Lubitsch, 1939

Ninotchka. Ernst Lubitsch, 1939

Ninotchka (Greta Garbo) es una estricta funcionaria de la Rusia comunista enviada a París para investigar el trabajo de tres camaradas, tres delegados comerciales que han sido seducidos por las trampas del capitalismo. Allí conocerá al conde León d’Algout (Melvyn Douglas), un apuesto caballero que le enseñará... ¡a reír!  

Basada en un musical de Broadway titulado "Silk Stockings", la película fue publicitada con el eslogan "Garbo ríe" (Garbo Laughs!), ya que hasta el momento Garbo se había visto encasillada en papeles dramáticos. 

La película desarrolla una elegante y divertida crítica del comunismo y, sobre todo, de la dictadura stalinista, presentado como un régimen frío y amenazador, frente a la libertad, alegría y diversión del sistema occidental. Visión maniquea, si, pero la película es, ante todo, un estudio apasionado del ser humano, que no puede adaptase a la rigidez ideológica porque está hecho para la alegría, la amistad y el amor. 

Todo en esta película es soberbio: una escala de grises de extraordinaria riqueza; los diálogos, brillantes (no en vano, en el guión participó Billy Wilder). Las interpretaciones son todas ellas muy buenas (el trío de agentes bolcheviques “aburguesados” aporta uno de los motivos principales de humor), pero la mejor es Greta Garbo, magnífica en su papel de mujer que descubre de repente su condición humana. Y todo ello aderezado con la elegancia del "toque Lubitsch".

Algunas escenas ya forman parte de la historia del cine: ¡La comilona de los bolcheviques, que no se muestra sino desde fuera de la suite! ¡La escena de la farola, en medio del tráfico, en la que se conocen-desconocen los protagonistas! ¡Los movimientos de cámara dentro de la suite real! Para no perdérsela…