El manantial. King Vidor, 1939
"Cambiaría el más bello atardecer del mundo por una sola visión de la silueta de Nueva York. Particularmente cuando no se pueden ver los detalles. Sólo las formas. Las formas y el pensamiento que las hizo. El cielo de Nueva York y la voluntad del hombre hecha visible. ¿Qué otra religión necesitamos?".
Nueva York, 1932. Howard Roark (Gary Cooper) es un arquitecto neoyorkino convencido de la excelente calidad de su trabajo a pesar claramente a contracorriente de la agotada y vacía tradición arquitectónica, y que no se deja influenciar por nadie; testarudo, individualista, autosuficiente. Vive completamente ajeno a las intrigas, a las mezquindades y a la codicia de los demás, y su único interés en el mundo es construir, crear.
Película basada en la novela homónima de Ayn Rand, sigue bastante fielmente la trama argumental del libro, aunque dejando fuera interesantes tramas secundarias. El guión fue escrito por Ayn Rand, y controlado minuciosamente por ella misma de una forma desacostumbrada en Hollywood. Lo que no pudo conseguir fue que los decorados arquitectónicos fuesen hechos por Frank Lloyd Wright, el arquitecto real que inspiró parcialmente al personaje de Roark. Pero los elevados honorarios de Wright hicieron que los estudios vetaran esa posibilidad.
En cualquier caso, ni Ayn Rand ni Gary Cooper quedaron satisfechos con la película. Gary Cooper pronunció el famoso discurso final sin entenderlo realmente, cosa que se nota en la entonación y el énfasis. La relevancia de ese discurso, en cuanto al papel que otorga al artista y a la función del arte en nuestra sociedad, es motivo suficiente para que lo disfrutemos por si mismo en un futuro post… aunque la próxima semana cambiaremos totalmente de registro, e inaguraremos una nueva sección. No os lo perdáis!
"Un edificio no puede copiar el estilo de otro, igual que un hombre no puede tomar prestada el alma de otro"
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