Para quien no lo conozca, se trata de un libro escrito por un profesor de filosofía, que decidió contar de forma “educativa” ciertos aspectos filosóficos a través de un conjunto de películas. Hasta aquí todo suena muy bien. El problema es cómo lo hace...
Para empezar, parte de un error de concepto. Ya en el prólogo este hombre dice que juzga las películas desde un punto de vista estético, y más adelante afirma que cualquiera pueda hablar de cine. No parece ser el punto de partida más adecuado para dar lecciones de cine.
Vamos por partes: es cierto que “cualquiera” puede hablar de cine (y de hecho es lo que hacemos todos al acabar de ver una película), pero eso no quiere decir que sepamos de qué estamos hablando (yo misma me incluyo aquí…). Porque cuanto mejor se conoce un tema (cine, economía, política internacional, la liga de fútbol,... lo que sea), tanto mejor podremos comprenderlo y opinar sobre ello. Y más si nos referimos a un hecho artístico como es el cine: cuanto más sepamos, más podremos apreciarlo. La primera impresión de una obra de arte es si gusta o no gusta; pero si además sabemos, por poco que sea, algo de historia del arte (y el cine es un arte), podremos comprender y disfrutar mejor esa obra. Sólo al final del libro (muy al final) el autor admite que es mejor “saber”, pero la idea no es suya, sino que está parafraseando a otro autor que la pensó antes!
Y en segundo lugar, el cine no sólo es estética, no sólo es la imagen, ni siquiera durante los años del cine mudo. No se trata sólo de lo que se ve sino también de cómo se ve: qué tipo de planos se usan, su duración, cómo se coloca la cámara, cómo se expresan los actores, el guión, el sonido (o la ausencia de éste), etc.
Así que, con semejantes ideas preconcebidas... ¿cómo son los comentarios que hace de las películas? Pues nulos. No hay comentarios. El hombre se limita a describir de forma más o menos extensa de qué va la película, y después incrusta una lección de filosofía que esté relacionado con ella (a veces de forma algo forzada).
Y en cuanto a la expresión, el hombre es bastante pedante. Además de constantes muestras de lo rico y rebuscado que es su vocabulario (se suponía que pretendía hacer algo educativo y entretenido, no?), utiliza constantemente el “yo”, “yo”, “yo”... Demasiado repetitivo. Y aparte del “yo” está el “usted” con el que se refiere al lector, marcando las distancias, de forma que resulta imposible un diálogo ameno con el lector.
Un punto a favor del libro? A mi al menos me sirvió para descubrir alguna película que no conocía y que se presenta interesante.
¿Conocéis este libro? ¿Qué os parece?