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Asia hoy

Time. Kim Ki Duk, 2006

Time. Kim Ki Duk, 2006

Seeh-hee y Ji woo forman una pareja muy enamorada. Llevan juntos dos años y son felices pero, Seeh-hee empieza a sentirse preocupada de que Ji-woo pudiera cansarse de ella. Por eso se pone histérica cada vez que ve a Ji-woo prestando la más pequeña atención a otras mujeres. Frustrada y ansiosa, Seh-hee cree que el problema es que su rostro sea siempre igual y que su aspecto no pueda dar a su novio una impresión nueva en cada encuentro. ¿Cómo poder cambiar esta situación?

 

 

El planteamiento de “Time” es tan interesante como descabellado y surrealista, tan alejado y cercano al mismo tiempo a argumentos visuales/narrativos ya utilizados por Buñuel, por ejemplo. La auténtica mano del director coreano se aprecia a partir de la operación de cirugía estética: el cine de Kim Ki-duk es así, historias de amor desgarradas (esta vez, a golpe de bisturí) con metáforas, mucha poesía y acertados planteamientos visuales. Y esta vez, el interesante y cíclico desenlace denota pretensiones y mensajes mayores sobre nuestra sociedad de consumo, obsesionada con lo superfluo y la eterna juventud.

 


En fin, se trata de una película con un buen principio y con un excelente final. ¿O es con un excelente final y un gran principio? Eso, al fin y al cabo, tendréis que descubrirlo vosotros mismos. En cualquier caso, no os dejará indiferentes…

 

¿Habéis visto esta película? ¿Qué os parece el planteamiento? Animaos a añadir vuestros comentarios!

 

El arco. Kim Ki Duk, 2005

El arco. Kim Ki Duk, 2005

Un viejo pescador vive en medio del mar con una muchacha a la que recogió cuando era niña, esperando que cumpla 17 años para desposarla. La vida de ambos, mientras tanto, gira en torno a un arco, que les sirve para protegerse de los otros pescadores que recogen, como instrumento musical y para adivinar el futuro. Su apacible vida se complica cuando llega al barco un joven que se enamora de la chica, precipitando los acontecimientos.

 

“El arco” es otra muestra del talento para las fábulas visuales y del uso de la metáfora de Kim Ki-Duk aunque, también hay que decirlo, es una película fallida y de regusto amargo. Intentaré explicar con pocas palabras porqué.

 

El punto de partida, si bien extravagante, es una gran idea desaprovechada por un desarrollo minimalista en exceso (en la propia historia, en la estructura...), y una fotografía muy desaprovechada. La simplicidad de las imágenes busca la belleza pero la consigue en menos ocasiones de las que sería exigible, no emociona, no sorprende, no aporta nada nuevo (ni nada mejor).

 

Después de la magnífica “Hierro 3”, este nuevo filme de Kim Ki Duk decepciona…

My father. Hwang Dong Hyeuk , 2007

My father. Hwang Dong Hyeuk , 2007

Un joven coreano (Daniel Henney) adoptado por un matrimonio norteamericano decide regresar a Corea del Sur a buscar sus raíces y, si es posible, conocer a sus padres biológicos. Una llamada de teléfono lo llevara a encontrarse con un hombre que dice ser su padre (Yeong-cheol Kim), al que conocerá en la cárcel, condenado a muerte por un doble homicidio.

 

Esta película, basada en una historia real acaecida en el año 2000, relata el vínculo afectivo entre un padre y un hijo a pesar del paso del tiempo y las diferencias culturales, sociales e idiomáticas. La historia de un hijo que necesita reencontrarse con un padre al que no conoce, y de un padre culpable pero que ve una última oportunidad de redención en la llegada inesperada de ese hijo fruto de un amor verdadero.


Dos actuaciones magnificas: Henney perfecto en sus diálogos tanto en inglés como en coreano (formar parte de dos culturas es un regalo, no una desventaja) y sorprendiendo en los momentos dramáticos; Yeong-cheol con un trabajo muy logrado de su difícil personaje.

 

Una película sobre el perdón y sobre el amor más allá de las barreras raciales. En palabras del protagonista de la historia original, “Cuando amas a una persona, no te importa de qué color son sus ojos, o el color de su piel. O de qué color eres tú. La gente que se preocupa de esas diferencias es prisionera de si misma, no puede ver más allá”.

Hierro 3. Kim Ki Duk, 2004

Hierro 3. Kim Ki Duk, 2004

Tae-suk, un universitario en paro, lleva una vida peculiar: ocupa temporalmente viviendas cuyos habitantes sabe que están ausentes. Nunca roba ni ocasiona daños en los hogares de sus involuntarios anfitriones. En realidad, es una especie de fantasma que recompensa su forzada hospitalidad haciendo la colada o arreglando alguna que otra avería doméstica. Sun-hwa, que en tiempos fue una hermosa modelo, se ha visto convertida en una sombra viviente por un marido que la maltrata. El destino cruza los caminos de Tae-suk y Sun-hwa, cambiando sus vidas. 

Escrita, producida, dirigida y montada en apenas 2 meses por el cineasta coreano Kim Ki-Duk, Hierro 3 es un  irónico y brillante cuestionamiento de algunos de los pilares sobre los que construimos nuestra identidad.
 

La crítica social está presente en todo el metraje: el maltrato de la mujer, el poder de las apariencias, el abandono de los mayores, la corrupción policial, la incomprensión del inadaptado y la injusticia. Frente a ello tenemos el uso de la mente sobre la fuerza, la solidaridad, y el amor, un amor incondicional capaz de transformar y elevar a la persona.  

El guión se caracteriza por la brevedad de los diálogos y la extensión de los silencios compartidos de unos personajes que se comunican con la mirada, el gesto y la acción. Los personajes de Kim son gente de pocas palabras. Como él ha manifestado en alguna entrevista, han sufrido alguna herida muy profunda, una decepción muy grande que ha matado su fe y su confianza. 

Hay algo que agradezco sobremanera a este director: asume que su público es inteligente. Simplemente muestra las imágenes y deja que nosotros hilemos la historia. No explica nada, porque aparentemente todo se explica por sí mismo. Llevar eso a cabo sin caer en lo pretencioso, en lo críptico o en lo pedante, me parece, hoy por hoy, un malabarismo. 

La película, ganadora del León de plata de Venecia al mejor director, está hecha para ser contemplada, observada y saboreada, con ánimo sosegado y abierto a la reflexión. Una película minoritaria, solamente recomendable para quienes estén dispuestos a perderse en su visión poética del mundo y reflexionar sobre los mensajes que desprende.

Dolls. Takeshi Kitano, 2002

Dolls. Takeshi Kitano, 2002

Sawako y Matsumoto eran una pareja feliz, pero los egoísmos de sus padres truncarán sus vidas. Hiro es un anciano jefe yakuza, quien años atrás abandonó a su novia para perseguir sus sueños de prosperar; ahora vuelve al parque donde ambos se encontraban. Haruna, antes una estrella de la canción, pasa el día contemplando el mar tras un accidente de coche; su más devoto fan, Nukui, se dispone a demostrarle que no la ha olvidado.

Tres historias de amor y dolor, contadas desde la introspección y el silencio. El amor no es bello y perfecto, el amor puede resultar amargo tras mancharse con los errores del pasado. El amor duele, pero mostrar lágrimas no es estrictamente necesario, cuando la tristeza es suficientemente profunda te puedes asomar a ella desde una simple mirada o un silencio. Eso es lo que nos enseña Kitano en esta película. 

Gracias a Dolls, me he reconciliado con Kitano. En ella Kitano se aleja de la violencia que le ha hecho famoso, optando por un tono lírico y sosegado que le acerca al clasicismo nipón tan soberbiamente representado por Ozu, Mizoguchi o Kurosawa. Es evidente que Kitano conoce bien estos precedentes aunque no llegue a su perfección. La película posee un delicado y bello acabado formal, con una fotografía excelente.


Dolls es un desafío al círculo cromático: el color es más que una simple cuestión de ambientación, es un vehículo para la libre expresión de la lírica. No en vano, la pintura japonesa siempre ha pretendido deleitar mediante imágenes hermosas, aquellas que se dirigen a los sentidos más que a la razón. Y el tema de las estaciones del año es una constante en la historia del arte nipón.  

El tiempo narrativo de la película, pausado y tan acorde con el paisaje congelado, y la banda sonora, contribuyen a reforzar su serenidad. El final de esta fábula visual deja un poso de dulce amargura difícil de explicar.