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La agonía y el éxtasis. Carol Reed, 1965

La agonía y el éxtasis. Carol Reed, 1965 El Papa Julio II agoniza. El futuro de la política europea depende de esa muerte. Hay monjes arrodillados, en profunda meditación, con las cuentas de rosario entrelazadas con los dedos. Un coro de monaguillos interpreta canciones lastimosas, propias de un funeral. Los cardenales entran y salen con el rostro sombrío. Un hombre, de aspecto desaliñado y hosco, entra al dormitorio del Papa sin que nadie se atreva a detenerlo. El hombre se aproxima al lecho del Pontífice y le dice que abandonará su trabajo, pues no tiene sentido continuarlo si su mecenas  está al borde de la muerte. Julio II cambia de expresión. Ya no es un moribundo. Ahora está furioso. Se sienta en la cama y le grita a Miguel Ángel que regrese a la Capilla Sixtina a pintar los frescos, si no quiere terminar en un calabozo!.

Basado en la magnífica biografía que escribió Irving Stone sobre el gran artista florentino Miguel Ángel Buonarroti, la escena que acabo de describir, si bien apócrifa, es un magnífico ejemplo de la lucha que mantuvieron los verdaderos protagonistas. Y es que Miguel Ángel y Julio II fueron dos auténticos titanes, cuyas fuertes personalidades les llevaban a entrar en continuo conflicto.  

Julio II fue un Papa más preocupado de aumentar su poder terrenal que de las penurias de su pueblo. Déspota y egoísta, perdonó no obstante todos los desplantes de Miguel Ángel, enfurecido con el Pontífice por verse obligado a abandonar sus esculturas para pintar la bóveda de la Capilla Sixtina. Y es que a pesar de que Miguel Ángel jamás estuvo seguro tener auténtica valía como pintor, Julio II sabía que sólo él podría conseguir la impresionante obra de arte que aún hoy admiramos.


Aunque ni libro ni película tratan demasiado el contexto histórico de la Europa de aquella época, ambos son imprescindibles. El filme destaca por su cuidada ambientación y sobre todo por las actuaciones de Charlton Heston (impresionante el carácter que le imprimió a su Miguel Ángel) y de Rex Harrison (un soberbio y dignísimo Julio II) son impecables. Pero además, las escenas que muestran a Miguel Ángel sufriendo en lo alto del andamio, con la pintura goteándole sobre la cara, es un momento de enorme emotividad para los amantes del arte.

2 comentarios

María R. -

La mente extraordinaria de Michelangelo, combinado con un alma melancolica que trata de sacar ventaja de cualquier oportunidad que pudiera cruzarse tanto para los deseos del Papa o Lorenzo de Medici

Andrés -

consigue que busques todas la imagénes posibles de sus pinturas y sobre todo de sus esculturas