La princesa Mononoke. Hayao Miyazaki, 1997
Con el fin de curar una herida provocada por un jabalí enloquecido, el joven Ashitaka sale en busca del dios Ciervo, pues sólo él puede liberarle del sortilegio. A lo largo de su periplo descubre la lucha de los animales del bosque (capitaneados por una loba y su hija humana adoptada) contra los hombres, siempre prestos a destruir la naturaleza en aras de un progreso no siempre bien entendido.
En la pugna por mantener cada uno de los mundos, se sitúan un conjunto de personajes en lo que no hay ni buenos ni malos, sino toda la variedad de matices; Miyazaki mantiene la fe en el hombre sin dejar de criticarlo, reivindica el poder de la mujer, y plantea la batalla entre la naturaleza y el hombre de una forma elegante y con un sentido estético inigualable.
Podría decirse que La Princesa Mononoke es la representación perfecta del cine de Miyazaki: un canto a la paz y al respeto por la naturaleza, una aventura narrada con tremenda agilidad y una exquisita calidad en la animación.
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