Harakiri. Kobayashi, 1962
Japón, 1630. Tras una larga guerra entre clanes se instala la paz, lo que implica que muchos samuráis pierden su razón de ser y sus empleos. Algunos no soportan vivir en condiciones indignas y deciden pedir ayuda para poder practicarse el suicidio ritual. Hanshiro Tsugumo (interpretado por Tatsuya Nakadai) solicita a los hombres del clan Iyi que le asistan durante dicha ceremonia. Pero antes, quiere contar el porqué de su decisión…
Harakiri es el nombre con el que se conocía popularmente la ceremonia del Seppuku, el suicidio ritual y heroico, en el que los samurai se cortaban el vientre con su espada y luego eran decapitados por una segunda persona (que aliviaba así el sufrimiento y la agonía). Tsugumo, el protagonista de esta película, creció con y por la espada, un samurai convencido y fiel seguidor del bushido, y hace notar esa diferencia orgulloso sobre aquellos jóvenes guerreros que reivindican vivir bajo el código ético del samurai, pero que no son capaces de respaldarlo con sus acciones, lo cual se refleja en el desorden e injusticia del sistema entero.
Un aspecto fundamental es la soberbia interpretación de Tatsuya Nakadai, que es a Kobayashi, lo que Toshiro Mifune a Akira Kurosawa, aunque curiosamente Kurosawa dio el papel protagonista de Kagemusha y Ran no a su actor fetiche (Mifune) sino a Nakadai. Con un estilo muy distinto al de Mifune, más sutil, más interno, Nakadai interpreta en harakiri un personaje misterioso, inquietante, apoyado además por la ambientación (un conjunto de estancias vacías, y campos en brumas) y a la propia estructura de la película, construida mediante flashbacks encadenados que nos van descubriendo, muy poco a poco, la verdad.
Pacifista convencido y ganador en 1963 del Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes, Kobayashi muestra en Harakiri su desprecio por la autoridad e hipocresía feudal que habían llevado al Japón a la destrucción.
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