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Bird. Clint Eastwood, 1988

Bird. Clint Eastwood, 1988

 

La fama del saxofonista de jazz Charlie ’Bird’ Parker crece rápidamente a partir de su llegada a Nueva York en 1940. Pero Parker comienza a abusar del alcohol y las drogas, y su vida se convierte en un infierno.
 
Este film incluye tres genios: personaje, intérprete y director.

Charlie Parker fue algo más que un músico brillante para su época. La característica que lo hizo único fue que no bajaba de escala cuando estaba tocando. El tipo subía y cuando los boquiabiertos espectadores pensaban que debía bajar seguía ahí instalado cual pájaro en su rama. De ahí viene el apodo de Bird. Su música conseguía que el público volase. Hay un plano en el que el camarero se niega a servir a un cliente en un momento de especial climax con Bird en la pista.
A la hora de analizar Bird, hay que tener en cuenta que siempre es muy difícil llevar al cine una historia tan dura, y por tanto lo más fácil podría haber sido recurrir a numerosos tópicos sobre la música, pero Eastwood ama el jazz, y más particularmente a Parker, su ídolo personal, y éso se nota. Él no embellece la historia, el conduce un relato duro y oscuro sobre un auténtico perdedor, alguien que, consciente de su mala situación, no hacía nada para remediarla. Clint realiza una puesta en escena acorde con la situación del personaje, con escenas que transcurren casi en su totalidad en momentos nocturnos, al igual que la vida de Parker, en la que abundaban más los oscuros que los claros. Apoyado en una fotografía sensacional y, obviamente, en una banda sonora de excepción, Eastwood nos deleita con un drama desgarrador que permite conocer cómo fue la caída de un hombre, no sólo musicalmente hablando, si no con su vida, su relación con las personas que le quería, y su relación con las drogas y el alcohol, hasta que perdió la batalla definitivamente. Tampoco hay que olvidar la forma soberbia en que el director retrató el ambiente propio del jazz y sus locales.
En cuanto al reparto, destacaría a Forest Whitaker, uno de los mejores actores de Hollywood y también uno de los más desaprovechados. Whitaker está excelente cuando toca el saxo, cuando está volado por el alcohol o las drogas y cuando dialoga con su mujer o compañeros de banda. También sus silencios son más que elocuentes y sus reacciones dignas del mejor loco.

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