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Cine Bélico

Los violentos de Kelly. Brian G. Hutton, 1970)

Los violentos de Kelly. Brian G. Hutton, 1970)

Durante la II Guerra Mundial, un desganado pelotón norteamericano recupera la ilusión al descubrir, tras capturar a un comando alemán, que el enemigo guarda una fortuna en lingotes de oro. Y que ésta se encuentra al alcance de su mano, aunque detrás de las líneas enemigas...

 

La década de los 70 comenzó en EEUU con la fuerte oposición hacia la guerra de Vietnam. Tuvo su reflejo en el cine, en películas como ésta o en la oscarizada M.A.S.H. de Robert Altman. Por eso los antihéroes cobran especial protagonismo en la cultura de esta década. Y el grupo de soldados que se embarcan en la aventura de perforar las líneas enemigas por un tesoro no iba a ser menos. No luchan por su país (que les ha obligado a luchar en una guerra que no entienden), sino que luchan por conseguir un dinero que les facilite la vida al regresar, luchan por su futuro.

 

El artífice del plan es el teniente Kelly: el gran Clint Eastwood da vida a un irónico e inteligente soldado, capaz de convencer a todo el mundo para colaborar en su empresa. Está muy bien secundado por Telly Savalas (un sensato capitán) y por Donald Sutherland, que es el perfecto contrapunto cómico del trío.

 

La fotografía, a cargo del mejicano Figueroa, es excelente. El guión, de Troy Kennedy Martin es un ejemplo de habilidad narrativa en el que, además, los personajes están bien definidos.  Lalo Schifrin, que tantas veces colaboró con Eastwood, fue el encargado de la banda sonora que, lejos de ser la típica de un film bélico, representa perfectamente el espíritu de esta divertida producción. Incluso ofrece melodías que evocan el tono country de las viejas películas del Oeste e imitan a Morricone (en una magnífica secuencia que, a su vez, imita a Sergio Leone…).

 

Todo un clásico en su género.

La caza del octubre rojo. John McTiernan, 1990

La caza del octubre rojo. John McTiernan, 1990

Un condecorado general de la URSS, al mando de un submarino nuclear, se interna en el Océano Atlántico con rumbo a los Estados Unidos. La CIA, que ignora si pretende atacarles o desertar de su país, encarga al agente Jack Ryan que intente contactar con él para saber sus verdaderas intenciones.

 

Los productores de Hollywood son,entre otras cosas, hábiles y oportunistas comerciantes: el muro de Berlín había caído en noviembre de 1989. En marzo de 1990 se estrenaba esta película, que despedía la Guerra fría (cinematográficamente hablando) y en la que ya ni siquiera los rusos eran el enemigo... o sí. El caso es que este film de intriga fue un éxito de taquilla, como toda la saga dedicada al personaje creado por el escritor de best-sellers Tom Clancy.

 

Correctas interpretaciones, sin ser deslumbrantes. Moderadas dosis de acción y buen ritmo, algo que es bastante difícil de conseguir en una cinta donde toda la intriga está concentrada en el claustrofóbico decorado de dos submarinos. No es, desde luego, la mejor película del género (incluso el argumento tiene puntos débiles y peca de excesivo patriotismo), pero es entretenida…

Adiós a las armas. Frank Borzage, 1932

Adiós a las armas. Frank Borzage, 1932

I Guerra Mundial. El teniente Frederick (Gary Cooper), un americano del cuerpo de ambulancias italiano, y Catherine (Helen Hayes), una enfermera británica, se convierten en infortunados amantes.

 

La película es un “clásico” de Hollywood ganadora de dos Oscars, una historia de amor a la antigua, de cómo dos jóvenes idealistas luchan por su amor a pesar del entorno nada favorable.

 

Personalmente, prefiero la versión (del mismo título) que rodó Vidor en 1957 con Rock Hudson y Jennifer Jones como protagonistas. Ambas versiones están basadas en la novela de Ernest Hemingway, pero la película de 1932 tiene un hilo argumental demasiado corto y simplificado, algunas escenas resultan demasiado ingenuas y sus intérpretes, aunque correctos, son en ocasiones fríos y distantes.

 

Quizá lo mejor sería que vieseis ambos largometrajes y decidierais vosotros mismos cuál os gusta más…

El ojo de la aguja. Richard Marquand, 1981

El ojo de la aguja. Richard Marquand, 1981

Londres, II Guerra Mundial. Henry Faber (Donald Sutherland), oficial del ejército británico, es admirado y respetado por compañeros y vecinos.  Pero Faber tiene una doble vida: es un infiltrado alemán, que reúne información relevante sobre las tropas aliadas a las órdenes del general Patton y sobre el plan para el desembarco de Normandía. Inteligente, despiado y frío, "La aguja" (apodo que recibió por su habilidad para asesinar con un estilete) se prepara para volver a Berlín y sólo el tesón de una mujer (Kate Nelligan) logrará descubrirle y salvar a su familia... y a su país.


Basada en una de las novelas sobre espionaje e intriga política "clásicas" de Ken Follet, "El ojo de la aguja" (también llamada "La isla de las tormentas" en España) tiene buenos motivos para convertirse en una de las películas favoritas de todos los amantes de este género: un guión bien estructurado y creíble, una tensión creciente, un buen tratamiento psicológico de los personajes, una magnífica fotografía (especialmente de los paisajes escoceses donde se rodó) y una actuaciones sobresalientes. El papel de la mujer es el más intenso, ya que da pie a que se plantee una lucha feroz entre su coraje y capacidad de sacrificio y la astucia del espía.

Eso si, en este filme hay un gran error histórico: la aparición de un helicóptero... a pesar de que en el año en que trascurre la acción de la película aún no se habían inventado!

Como curiosidad final, la labor de dirección de Richard Marquand en esta película le valió el encargo de dirigir "El retorno del Jedi" (1983), de la serie Star Wars.

 

Objetivo: Birmania. Raoul Walsh, 1945

Objetivo: Birmania. Raoul Walsh, 1945

Durante la II Guerra Mundial, el Mayor Nelson y sus hombres son lanzados en paracaídas sobre la jungla birmana, tras las líneas enemigas, para destruir una estación de radar japonesa. La angustiosa y extenuante expedición a través de la jungla y los pantanos repletos de soldados enemigos se convertirá en un juego mortal en el que tan importante será cumplir con éxito la misión como poder ser rescatados. 

“Objetivo Birmania” es una película de circunstancias: rodada en plena guerra mundial y con el propósito de justificar el extenuante ejercicio bélico. Al margen de la “japonofobia” que irradia todo el film, además de que desde el punto de vista biogeográfico muchos paisajes no corresponden con Birmania (aunque a decir verdad los resultados para haber sido rodado casi íntegramente en Central Park son magníficos)… pues a pesar de todo ello “Objetivo Birmania” es maravillosa. 

Walsh extrae del cine de combate su fibra más tensa, sólo un director como Walsh podía hacernos sentir el paso de las horas, de los días, los mosquitos, el barro, la humedad....e incluso la muerte y la amistad. Unos soldados y el ansia desnuda por sobrevivir. No hay más. Tampoco menos. 

A destacar la fotografía de James Wong Howe, un maestro que aprovecha las sombras y los matices de grises de forma espectacular en la que es una de las últimas películas en blanco y negro fotografiada con estilo y gusto de la época. 

Y luego tenemos a un Errol Flynn en pleno estado de gracia. Se suele recodar a este actor por su cine de aventuras cuando fue precisamente con Raoul Walsh con el que tiene dos de sus mejores interpretaciones. Una como el General Custer en la extraordinaria “Murieron con las botas puestas” y otra esta como el paracaidista Capitán Nelson en las que nos da una lección de registros delante de una cámara.  

Un consejo importante: esta película ha de verse en versión original. Las copias en español suelen estar completamente mutiladas: se estrenó en pleno franquismo y el doblaje destrozó los diálogos (¡en algunas frases los soldados dicen en español lo opuesto a lo que aseguran en inglés!), la magistral música de Franz Waxman y los efectos sonoros. Para ejemplo, las largas marchas a través de la selva birmana: en la versión española son momentos de absoluto silencio, mientras que la original incluye espectaculares efectos de sonido con pájaros, otros animales, agua… (Vamos, lo que debe ser la atmósfera de una jungla real) y una música dramática que aumenta la tensión.

El pianista. Roman Polanski, 2002

El pianista. Roman Polanski, 2002

Wladyslaw Szpilman, un brillante pianista polaco y judío, escapa de la deportación tras la invasión de Polonia por las tropas alemanas al comienzo de la II Guerra Mundial. Obligado a vivir con su familia en el corazón del ghetto de Varsovia, comparte el sufrimiento, la humillación y los esfuerzos por sobrevivir.

 

 Parecía que Spielberg había dicho la última palabra sobre el tema con la soberbia “La Lista de Schindler”, pero Polanski nos ha dado una sorpresa. “El pianista” es un proyecto muy personal, no en vano Polanski vivió en su infancia la pesadilla nazi. Así pues, la película sirve a Polanski para zanjar asuntos pendientes consigo mismo a través de la increíble pero verídica historia del pianista polaco Wladyslaw Spilzman (fallecido en el año 2000 a los 88 años). 

 Polanski se centra en la dramática antesala de los campos de exterminio (en una primera parte narrada con solvencia), para impulsar la película a su culmen con la desoladora y solitaria odisea del músico (muy bien interpretado por Adrien Brody). El director polaco consigue un admirable realismo en las escenas del guetto de Varsovia, pero sin caer en efectismos. E incluso, a pesar de la crudeza y del horror, la película incluye una escena llena de esperanza: la secuencia del piano ante la presencia del oficial alemán.

De factura y fotografía excelente, y una aparente sencillez narrativa impresionante, películas como ésta son imprescindibles, no sólo por su calidad intrínseca, sino porque nos acerca a lo que fue y nunca debería repetirse.

El hundimiento. Oliver Hirschbiegel, 2005

El hundimiento. Oliver Hirschbiegel, 2005

Berlín, abril de 1945. Alemania está a punto de perder la guerra. Hitler y sus colaboradores de confianza, entre ellos su secretaria personal Traudl Junge, se hacinan en un búnker. A pesar de que Berlín ya no puede resistir más, el Führer se niega a abandonar la ciudad y, mientras, prepara su final.

 

 La película se basa en un argumento sólido y documentado, así como en unos diálogos convincentes, que logran sumergirnos en la claustrofóbica visión del fin del mundo nacionalsocialista. Destaca sobremanera la representación de Adolf Hitler; por un lado un ser cruel y paranoico, pero por otro lado un hombre capaz de albergar ciertos sentimientos de ternura hacia sus seres queridos. La película sufrió muchas criticas en Alemania, aunque creo que finalmente fueron injustificadas... ¿Qué Hitler amara a su perro puede convertirle en alguien digno de compasión? No, por supuesto. Quienes critican esa dualidad en el personaje de Hitler olvidan que los crímenes y las atrocidades de la II Guerra Mundial fueron cometidos por seres humanos normales, con lo que ello implica; nadie es enteramente bueno ni enteramente malo. Puede que ese maniqueísmo sea la postura políticamente correcta pero la vida real es mucho más compleja, difícil y contradictoria. Por eso, las impecables actuaciones de Bruno Ganz (Hitler) y Juliane Köhler (quien interpreta a Eva Braun, un personaje increíblemente rico en matices), resultan arrolladoras.  

 

Otro aspecto muy interesante es la caracterización que se hace de todos los personajes secundarios, ya fueran cercanos a Hitler o alemanes anónimos. No podemos olvidar que Hitler llegó al poder de forma democrática (aunque luego abandonara al pueblo para centrarse en sus propios intereses), lo que lleva a plantearnos una cuestión fundamental. Dadas las circunstancias socioeconómicas de la época y atraídos por su discurso, aquellos alemanes, gente normal y corriente la mayoría, creyeron en Hitler hasta el final. Y una vez sacados a luz pública los genocidios y los campos de exterminio... ¿Qué sintieron quienes creyeron en Adolf Hitler y su insostenible teoría del "Mein Kampf"? Es una visión tan real como escalofriante.

 

 La película pretende tener unos objetivos: informar de la barbarie y motivar un espacio de reflexión moral. Sin embargo hay algunos aspectos que no convencen. La escena final en la que la verdadera Traudl Junge se declara ignorante del genocidio... ¿Cómo es posible que la secretaria personal de Hitler no estuviera al tanto de los campos de exterminio? Porque, aunque es algo que la película omite, Hitler continuó dando sus irracionales órdenes de exterminio racial hasta último momento.  

Platoon. Oliver Stone, 1986

Platoon. Oliver Stone, 1986

Un joven soldado norteamericano es enviado a la frontera entre Vietnam y Camboya. Al poco, descubre la crueldad de la guerra, y no sólo por los duros enfrentamientos bélicos, sino por las relaciones entre los propios compañeros. El cambio, desencanto más bien, que experimentará ese soldado recién llegado (por cierto, magnifico plano en el que se ve como se abre la puerta del avión para dejar en tierra a los soldados)  queda perfectamente reflejado en una frase promocional que acompaña al cartel de la película: La primera víctima de la guerra es la inocencia. 

Uno de los temas más interesantes quedan patentes desde un principio, ¿quiénes van a la guerra? Pues los pobres, los que no tienen nada que perder (aparte de su propia vida...) y que luchan por defender el modo de vida americano (no necesariamente el mejor...) que disfrutan otros. 

Podría decirse que Platoon es "la" película de Vietnam, porque Oliver Stone aúna su propia experiencia personal como soldado en la guerra de Vietnam, sus dotes de guionista y su talento visual para rodar una brillante y potente película bélica sobre las andanzas de un pelotón (platoon). Cuando Stone rodó la película tenía en mente filmar toda una trilogía sobre el conflicto del Vietnam, y esa idea fue llevada a la práctica con los rodajes posteriores de Nacido el 4 de Julio, en 1989 y El cielo y la tierra, en 1993.  

La verosimilitud de la película Platoon es absorbente: las inquietudes, los temores y la desesperación de los soldados; la soberbia ambientación introduce por completo al espectador en el ambiente, poniéndole entre unos personajes muy bien dibujados a nivel psicológico, que cuando interactúan entre sí crean situaciones tremendamente realistas. Impagable las actuaciones de Tom Berenger y Willem Dafoe, que interpretan a  los sargentos Barnes y Elías respectivamente, con un enfrentamiento al límite por el poder y por la supervivencia. 

La escena final, con la huida desesperada e inútil del sargento Elías, traicionado por su propio compañero, forma ya parte de las imágenes esenciales de la historia del cine.

El puente sobre el río kwai. David Lean, 1957

El puente sobre el río kwai. David Lean, 1957 Después de una semanita de vacaciones, regreso al blog con esta atípica película bélica. Y digo atípica porque, a pesar de la temática en torno a la que gira, El puente sobre el río Kwai cuenta con escasas secuencias de acción para centrar el interés en la faceta psicológica de sus personajes.

 

Siam, 1943. Cientos de prisioneros de guerra británicos están trabajando en el llamado "Ferrocarril de la muerte", bajo el cruel trato del coronel japonés Saito. El coronel británico Nicholson, que no está dispuesto a que sus oficiales construyan un puente sobre el río Kwai, convierte este asunto en una obsesión personal. Mientras tanto, el Estado Mayor Británico da la orden a un comando especial para que vuele el puente.

 

El duelo interpretativo entre Guinness (que interpreta a Nicholson) y Hayakawa (como coronel Saito) nos sumerge en un mundo de tensiones entre el deber y el orgullo.

 

Las posturas iniciales de los dos coroneles son muy parecidas, anteponiendo ante todo el deber de su cargo, pero las cosas van cambiando paulatinamente. Saito, consciente de no poder construir el puente en el plazo fijado, se ve obligado a humillarse ante Nicholson y hacer trabajar a los oficiales británicos; de esta manera Saito está sacrificando su orgullo para poder cumplir con su deber. Y en lo que respecta a Nicholson, una vez comienza la construcción del puente se transforma anteponiendo el orgullo británico (“Construiremos el puente que no pudieron levantar los japoneses”) al hecho de estar construyendo un puente que será de gran importancia en las comunicaciones ferroviarias del enemigo.

 

La película está basaba en la novela de Pierre BoulleLe pont de la rivière Kwai”. Los autores del guión, Carl Foreman y Michael Wilson estaban en la lista negra, acusados de pertenecer a organizaciones comunistas, por lo que su aportación no fue acreditada en la primera versión de la película, y aunque ganó, entre otros, el Oscar al mejor guión adaptado, este premio fue a parar únicamente a Pierre Boulle, autor de la novela original, y que ni siquiera sabía inglés. En 1984, la Academia concedió un premio póstumo a los dos guionistas.

 

Una de las secuencias a destacar es el magnífico traveling que muestra la llegada del pelotón de Nicholson al campo de prisioneros silbando la famosa Marcha del Coronel Bogey, y aunque se trata de soldados desarraigados, heridos, con las botas rotas e incluso descalzos todos marcan el paso al unísono dando una sensación de disciplina y orgullo (que será recurrente durante toda la película) ante la adversa situación en la que se encuentran.

 

Como curiosidad final, en lugar de utilizar una maqueta para rodar la escena de la voladura del puente, el productor de la película, Sam Spiegel, quiso darle un mayor toque de realismo construyendo un puente real y adquiriendo un tren del gobierno local para destruirlos al final de la película.